Generaciones condenadas a la informalidad

Ciudad de México.- En México hay 61.5 millones de personas que trabajan (según el INEGI), pero más de la mitad (54.7%) tiene empleos informales, es decir, sin seguro médico, sin ahorro para el retiro y sin seguridad social. Esto afecta mucho a los adultos jóvenes y a los que acaban de empezar a trabajar. Aunque son generaciones con una capacidad y habilidad en tecnología y con ideas nuevas, muchos se ven obligados a aceptar trabajos temporales, hacer “chambitas” por internet o emprender negocios pequeños sin seguridad. El resultado es que, pese a estar preparados, les cuesta lograr estabilidad económica y un futuro seguro.
Los millennials, nacidos entre 1981 y 1996 (actualmente tienen entre 29 y 44 años), son la generación que marcó la transición entre el mundo analógico y el digital. Se les llama “Generación Y” por seguir a la Generación X, o “Generación NET” por ser los primeros en crecer con internet como parte básica de su vida. Esta generación vivió una infancia sin tecnología avanzada (usaban teléfonos fijos, enciclopedias y juegos al aire libre), pero adoptaron con naturalidad la revolución digital en su adolescencia y juventud (con la llegada de los celulares, el email, las redes sociales, etc.).
Los centennials (Generación Z; actualmente tienen entre 13 y 28 años), nacidos entre 1997 y 2012, representan la primera generación que solo ha conocido un mundo digitalizado. No conocieron un mundo sin internet, celulares o redes sociales. Crecieron con una conexión permanente y simultánea a través de diversos dispositivos digitales y plataformas (redes sociales, internet, apps), lo que los hace multifuncionales, visuales y críticos. Esta generación fue afectada principalmente por la pandemia Covid-19; son prácticos porque valoran la estabilidad laboral y tienen capacidad de aprendizaje autodidacta. Socialmente, son la generación más diversa e inclusiva, normalizando la diversidad de género y el activismo digital a diferencia de los millennials, priorizan soluciones concretas sobre el idealismo.
El Estado ha quedado a deber en generar oportunidades para estas generaciones. Tanto el poder Ejecutivo como el Legislativo han priorizado programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que, aunque combaten temporalmente el desempleo, no atacan causas estructurales como la falta de industria o la desconexión entre universidades y empresas. Peor aún, la clase política ha convertido el debate en una pelea partidista, ignorando que México necesita colaborar con el sector privado para crear empleos dignos y bien remunerados. México es un país que desperdicia su capital humano y condena a sus generaciones más preparadas a la informalidad o al exilio.
Para enfrentar el problema del empleo informal en México se necesitan acciones concretas para crear empleos estables, y facilitar créditos y vivienda digna. Pero lo más importante es cambiar la percepción en la que no se vea a los jóvenes como el problema, sino como la solución.
Moisés Álvarez Palacio / Analista