¿Quien no vive para servir, no sirve para vivir?

Ciudad Juárez.- “Ya pasé el reporte y debe esperar su turno”, recibía como respuesta Mariana, tras haber solicitado durante más de dos horas la asistencia de los cuerpos de emergencia, y ante la gravedad del asunto, optó por salir de su casa a las 2 a.m. a pedir auxilio en la calle. En un contexto donde la función del servicio público es esencial para la estabilidad y el bienestar de la población, el caso ocurrido en noviembre de 2024 en esta ciudad, refleja disonancia entre dicha función y su materialización, frecuentemente limitada por la falta de recursos. Considerando que las últimas cifras publicadas por INEGI respecto al número de personas servidoras públicas en México indican la existencia de 5,045,550, distribuidas en tres órdenes de gobierno; es importante destacar que la esencia de sus actividades es el servicio.
El servicio público, en Ciudad Juárez y en cualquier parte del mundo, no implica solo cumplir con las responsabilidades de un trabajo, sino encargarse de gestionar los recursos del Estado, implementar políticas públicas y garantizar el respeto de los derechos humanos, actuando con ética, transparencia y compromiso social, buscando en todo momento el bienestar de la población, especialmente de los más vulnerables, procurando su acceso a servicios básicos como alimentación, salud, educación, seguridad, justicia, etc.
Las personas servidoras públicas desempeñan un rol clave en el diseño, la implementación y la supervisión de estos servicios, que son la base de la convivencia social y del desarrollo humano. Sin un servicio público eficiente y ético, la sociedad se ve amenazada por la desigualdad, la corrupción y la falta de oportunidades. Además, debe trascender la labor burocrática, convirtiéndose en modelos de compromiso cívico, buscando soluciones innovadoras a los problemas sociales, trabajando constantemente en la mejora de sus servicios.
Entre los principales desafíos que enfrentan estos funcionarios, destaca la creciente desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones gubernamentales. La corrupción, la falta de transparencia y los abusos de poder, han erosionado la legitimidad de muchos gobiernos, generando una percepción negativa del servicio público. Sin embargo, cuando un servidor público actúa con integridad, honestidad y empatía, puede recuperar la confianza de los ciudadanos, elemento fundamental para el fortalecimiento de las instituciones y la promoción de una sociedad más unida participativa. Así, el verdadero servicio público, podrá medirse por la eficiencia de los servicios prestados, sino también por la forma en que esos servicios reflejan los valores fundamentales de la justicia, la paz, la equidad y la dignidad humana.
Las políticas públicas y los programas gubernamentales inciden directamente en la calidad de vida de la población, por lo que el servidor público tiene la posibilidad de generar cambios profundos en la sociedad, especialmente en aquellas personas que experimentan situaciones de vulnerabilidad. Por ejemplo, un médico no solo cura enfermedades, sino que promueve el bienestar integral de la comunidad; o el maestro no solo imparte conocimientos, sino que también forma ciudadanos críticos y responsables, trabajando con pasión y dedicación para transformar positivamente el entorno y crear un impacto duradero en las vidas de las personas.
A través de sus esfuerzos, los servidores públicos tienen el poder de reducir las desigualdades, promover la inclusión social y garantizar el acceso a derechos humanos que mejoren la calidad de vida de la población. Esta visión del servicio público como herramienta de cambio y justicia social es esencial para lograr una sociedad más equitativa y solidaria.
El compromiso ético, la responsabilidad, la rendición de cuentas y la transparencia son esenciales para que los servidores públicos puedan desempeñar su labor de manera efectiva. Los juarenses debemos confiar en que, quienes han sido elegidos para representarnos, actúan con honestidad y en beneficio del bienestar colectivo. Por su parte, las personas servidoras públicas deben estar dispuestas a anteponer los intereses de la comunidad a los suyos propios, demostrando que dedicar su vida al servicio es la mejor manera de cumplir con su función y lograr una auténtica satisfacción personal.
Finalmente, en un mundo que a menudo se ve marcado por el egoísmo y la desigualdad, las personas servidoras públicas, son llamadas a ser ejemplos de integridad y dedicación, liderando con el propósito de mejorar la sociedad y construir un futuro más justo y equitativo para la población. En este contexto, cobra especial relevancia la frase atribuida a la Madre Teresa de Calcuta, “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Isabel Medina