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Los pueblos de Chihuahua con nombres raros y sus significados

Chihuahua es un estado lleno de historia, contrastes y paisajes, pero también de nombres que sorprenden, intrigan o encantan. Desde vocablos en rarámuri hasta influencias del inglés y nombres pintorescos en español, los pueblos de esta región cuentan historias tan llamativas como sus nombres.

Muchos pueblos de la Sierra Tarahumara conservan nombres en lengua rarámuri que describen su entorno natural o expresan aspectos culturales y espirituales. Por ejemplo:

Norogachi, “lugar de encinos”, no solo es un sitio con un bello nombre, sino también un importante centro ceremonial indígena.

Baborigame, en el municipio de Guadalupe y Calvo, proviene de la voz rarámuri que se traduce como aguas en movimiento, una imagen que evoca ríos y manantiales vivos en medio de la montaña.

Guazapares, otro nombre ancestral, significa tierras coloradas y pertenece tanto al municipio como a la cabecera que alguna vez fue hogar de antiguos pueblos originarios.

Algunos lugares destacan no por su raíz indígena, sino por las historias y paisajes que inspiraron su nombre:

Cuchillo Parado, en el municipio de Coyame del Sotol, lleva este nombre por unas formaciones rocosas verticales a la orilla del río Conchos que parecen cuchillos clavados en la tierra. Pero no solo el nombre llama la atención: este es el sitio donde comenzó la Revolución Mexicana en 1910, bajo el mando de Toribio Ortega, originario del lugar.

Narárachi, cuyo nombre significa lugar del llanto o de las lágrimas, podría aludir a leyendas historias que cuentan que en ese lugar los apaches fueron vencidos por los rarámuri, cuando los encerraron en una cueva, donde permanecieron atrapados mientras sus lamentos se escuchaban hasta el exterior.

La Plaza Merino, uno de los sitios más antiguos de Chihuahua, guarda un pasado poco conocido como escenario de ejecuciones públicas
La influencia estadounidense también ha dejado huella en la toponimia de Chihuahua, especialmente cerca de la frontera. Un caso singular es el de Jobales, una pequeña localidad del ejido Hernández, en el municipio de Nuevo Casas Grandes.

Originalmente se llamaba Hope Valley (Valle de la Esperanza), hasta que el nombre fue castellanizado de manera fonética, resultando en su forma actual. Cerca de Jobales se encuentran unas bellas formaciones rocosas conocidas como los Piloncillos.

Además, hay nombres de pueblos como Creel, que se pronuncia “kril” porque es un apellido de origen inglés e irlandés. Estación Creel recibe su nombre en honor a Enrique Creel Cuilty, quien fue gobernador del estado en la época en que se construyó la estación del ferrocarril.

Algunos nombres de pueblos parecen salidos de un cuento o de una ocurrencia humorística, como:

Salsipuedes, en el municipio de Aldama. El nombre ya lo dice todo: un lugar que quizá sea fácil de entrar, pero difícil de salir.

Basíhuare, Tónachi, Arareko o Sisoguichi son otros ejemplos de nombres llamativos de origen indígena, muchos con significados relacionados con la naturaleza o los elementos sagrados del mundo rarámuri.

Lago de Arareko

Los nombres de estos pueblos no suenan raro o hasta gracioso, sino que conservan la memoria de quienes habitaron y habitan Chihuahua, ya sean pueblos indígenas, colonos, revolucionarios o migrantes. En cada nombre hay un pedazo de historia, una descripción del paisaje o una herencia cultural que nos recuerda que esta tierra es tan diversa como sus voces.

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