Juicio Político

Zedillo y su enorme desfalco a la Nación: FOBAPROA

Imagina que tienes un pequeño negocio, o una empresa del tamaño que prefieras. Comienzas a endeudarte, a pedir prestado sin control. Llega un punto en que sabes que no podrás pagar. Entonces recurres a tus amigos en el gobierno y ellos te dicen: “No te preocupes, convertimos tu deuda privada en deuda pública… que la paguen todos los mexicanos durante las próximas décadas”. Parece una fábula, pero eso fue exactamente lo que ocurrió con el FOBAPROA durante el gobierno de Ernesto Zedillo.

Así fue como, antes del año 2000, el expresidente Zedillo protagonizó uno de los fraudes más grandes contra el pueblo de México. Un verdadero bandido de cuello blanco.

La historia está documentada: banqueros y grandes empresarios se endeudaron sin freno, otorgaron créditos impagables, y cuando el sistema bancario colapsó, no fueron ellos quienes asumieron las consecuencias, sino todo el pueblo de México. Fue el saqueo institucionalizado más grande en la historia moderna del país.

Zedillo, en lugar de castigar a quienes provocaron la quiebra, los rescató. Con dinero público. Con nuestro dinero. Legalizó el fraude financiero con un mecanismo perverso: el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), que nació como un seguro limitado y se convirtió en una alcancía sin fondo para cubrir las pérdidas de los más ricos.

Los bancos que quebraron no eran víctimas de la crisis, eran responsables directos de ella. Otorgaron préstamos a sus propios accionistas, a políticos, a empresarios amigos. Dieron créditos sin garantías, sin evaluaciones de riesgo. Cuando no pudieron cobrar, corrieron a tocar las puertas del poder. Y el poder encabezado por Zedillo respondió con generosidad: les pagó todo, les cubrió el desastre.

Pero no fue solo eso. La deuda del FOBAPROA se avaló con recursos federales, en noviembre de 1998 el Ejecutivo Federal presento la iniciativa donde se proponía expedir la Ley Federal del Fondo de garantía de Depósitos y la Ley de la Comisión para la Recuperación de Bienes, entre otras, el 19 de noviembre de 1998 el Grupo Parlamentario del PAN presento la iniciativa de la Ley de Protección al Ahorro Bancario. Las Iniciativas mencionadas anteriormente fueron dictaminadas en su conjunto por la Cámara de Diputados y Cámara de Senadores, dándole la espalda a las mexicanas y mexicanos.

El pueblo mexicano fue endeudado sin haberlo decidido. Esa deuda, que en sus inicios fue contingente, terminó siendo reconocida parcialmente y trasladada al nuevo Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), el cual seguimos pagando hasta hoy.

Lo más indignante es que, a pesar del tamaño del atraco, no hubo responsables. Ni uno solo. No se castigó a los bancos que financiaron su compra con dinero del propio sistema. No se persiguió a quienes otorgaron créditos millonarios a empresas fantasma. No se exigió cuentas a quienes provocaron el colapso. Y Zedillo, en vez de rendir cuentas, terminó protegido por los mismos intereses que rescató.

Décadas después, la deuda del FOBAPROA sigue viva. Se oculta bajo tecnicismos legales, pero cada peso que falta en salud, en educación o en infraestructura es parte del costo de ese rescate criminal. El pueblo paga, los culpables gozan de impunidad.

Lo que Zedillo hizo no fue salvar a México: fue hundirlo en una deuda ilegítima, legalizo del saqueo de cientos de miles de millones de pesos. Fue blindar a una élite financiera a costa de millones de mexicanas y mexicanos. Hoy sabemos que no fue ignorancia, ni ingenuidad. Fue decisión política. Fue complicidad.

La historia oficial nos lo quiere vender como un presidente tecnócrata, racional, moderno. La verdad es otra: Zedillo fue el rostro amable de un fraude masivo. El administrador del despojo. El operador de un atraco que aún no termina.

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