El arte de gobernar
Rafael Soto Baylón
.Es más fácil conseguir trabajo de presidente de la república que de office boy. Está justificado porque requiere experiencia, inteligencia, dedicación, resolución de problemas, diligente, audaz, tratar con sabiduría a muchísimas personas, soportar con estoicismo los descalabros, afrontar con valentía las dificultades, sufrir y asimilar las críticas, estar presto a servir y honrar su cargo, escuchar con atención, aprender diariamente, como los scouts “siempre listos”. Ser honrado e instruirse para superarse. Amar su empleo y respetar su cargo. Ser orgulloso, pero modesto. Me refiero –claro- a los chicos de oficina.
Para llevar la banda presidencial solo se debe ser mexicano por nacimiento o hijo de padre o madre mexicanos. Haber residido en el país durante veinte años. 35 años de edad al momento de la elección, haber residido en el país durante todo el año anterior, no pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de algún culto, no pertenecer al ejército y ya. Es decir, una persona analfabeta o con solo estudios de primaria, puede ser titular del ejecutivo. Deberíamos exigirle saber leer y escribir, un título mínimo de licenciatura, hablar al menos un idioma extranjero. Saber prender el teléfono celular y usar satisfactoriamente una computadora personal. Saber enviar mensajes por WhatsApp y X.
Pero si lo no eres presidente, puedes ser secretario de estado. Aquí son menos las exigencias: mexicano por nacimiento, estar en ejercicio de sus derechos y treinta años cumplidos. Estamos peor.
Ahora que van a cambiar la Constitución, podríamos aprovechar para agregarle requisitos también a los ministros. Y es que la clase política mexicana es mil usos, todo hueso lo aceptan. Al secretario de gobernación, mínimo licenciatura en derecho o en ciencias políticas. Al de Economía, estudios de finanzas. Al de relaciones exteriores, relaciones internacionales. Al de Salud, médico con la especialidad de salud pública. Defensa Nacional, militar de carrera. Al de Marina que sepa nadar y que no cante “yo no soy marinero/por ti seré/”. Al del Bienestar Administración Pública o Contaduría. Medio Ambiente, ecológo. Energía, ingeniero. Agricultura pueden ser zootecnistas o de ciencias agrícolas. Comunicaciones y Transportes otro experto. Función pública, jurista o contador. Educación Pública al menos un posgrado. Del Trabajo, un jurisconsulto. Turismo, licenciatura en esa área.
Debería de modificarse el requisito de la edad y subirlo a 35 años. Para que tengan oportunidad de estudiar maestrías y doctorados y lleguen mejor preparados para el servicio público. También considerar edades máximas, 65 años. No como en este sexenio con Manuel Bartlett (CFE) que tenía, en 2018, 82 años. Alejandro Gertz Manero (FGR) con 68 abriles al inicio del sexenio. Al titular de Salud -que nadie conoce- Jorge Alcocer Varela 72 diciembres al principio de esta administración. Jorge Arganis Díaz Leal (SCT) festejó sus 75 octubres en 2018. A esa edad cualquier persona está para asesorar, dar buenos consejos y no malos ejemplos. No a la gerontocracia.
“Pero tú, articulista de pacotilla, eres filósofo de profesión. Tu carrera no está para ningún cargo ¿te anotaste un autogol?” me pregunta uno de mis lectores. Ah, ese mensaje es de mi tío Gaudencio. Hola tío, para empezar, no hablemos de futbol. El más grande filósofo político, Aristocles de Atenas, conocido como Platón, tiene la respuesta. Es necesario obedecer sus palabras atiborradas de sabiduría: los filósofos deberían convertirse en reyes (presidentes) y en caso de que el rey (presidenta) no fuese filósofa debe aprender de la única e imperecedera fuente de verdad: la filosofía. Así que Claudia, a leer La República del maestro de Aristóteles.
Mi álter ego está molesto: de verdad que ciertas personas de la clase política mexicana carecen de vergüenza y pudor. Eso que Yasmín Esquivel Mossa pida a Norma Piña reflexionar su permanencia… pues refleja su diminuto grado de ética y nada de vergüenza. La que debió dimitir era ella. Calladita se verá más simpática y menos gatuna.