Juicio Político

Estudiar ¿para qué?

El día de ayer me encontraba una nota en las páginas de este diario donde se informaba sobre la implementación del llamado modelo de “educación dual”. en uno de los planteles de educación media superior de nuestro municipio fronterizo. Se trata del Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios no. 114, en el cual al menos 100 de los dos mil setecientos estudiantes que ahí ser forman preparatoriamente serán partícipes de dicho formato educativo que se nos presenta hoy como una novedad.

La educación dual es fundamentalmente un modelo educativo donde el proceso de enseñanza-aprendizaje se torna significativamente más dinámico por el hecho de que el o la estudiante no solamente acomete su proceso formativo científico y tecnológico en el aula o en el marco de la propia institución educativa donde lleva sus estudios, sino también —y aquí lo distintivo— en alguna de las áreas productivas del mercado laboral a través de las empresas que también participan en la implementación de este modelo. Es decir, la educación dual combina la formación académica con experiencia laboral.

Desde luego, siempre será importante que los y las estudiantes puedan tener la oportunidad de comenzar a tener experiencia laboral, dado que en el momento de su primer intento por acceder al mercado laboral, muchas empresas solicitan tal experiencia previa, algo que, en primera instancia, podría resultarnos un tanto absurdo, pues en el imaginario social tradicional, el estudiante debe dedicarse exclusivamente a su formación académica, su preparación para el posterior desarrollo profesional. Sin embargo esto tiene diversas implicaciones tanto en plano individual como en el colectivo o social de la educación.

Por un lado, hay que considerar la valoración que ahora mismo tienen los y las estudiantes del propio proceso educativo que obligatoriamente asumen, ya que la educación es una tradición de alto significado tanto para la convivencia como para la subsistencia de las sociedades. Pero también es cierto que esta tradición hoy se encuentra en una crisis que no muchos quieren reconocer. Uno de los principales aspectos de esa crisis educativa es el hecho de que las nuevas generaciones ya no tienen la misma valoración de la educación que se tenía generaciones atrás. Hoy la escuela ya no es considerada como el santuario del conocimiento mientras que la figura docente además de experimentar directamente esta situación crítica enfrenta otra: la crisis de autoridad. Ante el inmenso flujo de información y el fácil acceso a esta, la educación escolarizada ha perdido capacidad de asombro y por lo tanto también ha perdido atracción en el estudiantado que ve hoy la posibilidad de acceder a la información recibida y compartida en el aula de manera más sencilla y probablemente más atractiva por el performance propio de los actuales medios de comunicación y sus “creadores de contenido” ¿será el que el maestro o maestra está siendo suplantado por esta nuevo personaje emergente?

Por lo tanto, si la educación dual tiene como propósito fortalecer el aprendizaje teórico mediante su aplicación práctica en un área productiva concreta, también tiene que contribuir a la recuperación del sentido de la educación que se ha perdido en la masificación de la información. Pero ¿cómo? en principio remarcando la idea de que no se trata sólo de estudiar para trabajar, ni tampoco de trabajar para estudiar. Es decir, si el objetivo de la educación dual es redimensionar el proceso de enseñanza-aprendizaje llevándolo de manera más concreta al ámbito de la praxis y con ello empezar a dotar al estudiante de experiencia laboral, no debe olvidarse que la educación científica y tecnológica debe esencialmente formar profesionales que sean capaces no sólo de reproducir el conocimiento recibido a manera de manual técnico, sino que fundamentalmente se prepara al estudiantado para que sea capaz de generar conocimiento nuevo, esto es, ciencia La educación escolarizada debe incesantemente esforzarse en el proceso formativo académico por moldear y mantener una personalidad científica en sus estudiantes para que estos se conviertan en creadores de conocimiento y no sólo en dominadores de la técnica. Esto tiene determinantes implicaciones en el crecimiento, desarrollo y progreso económico de la sociedad.

Entonces es necesario que un modelo educativo tan interesante como este mantenga una conciencia crítica en su propia implementación para que más allá de llevar al estudiante al terreno de la experiencia laboral, le estimule no solamente al trabajo en cuanto tal, sino esencialmente al desarrollo de su capacidad científico-tecnológica como creador no de “contenido” sino de conocimiento nuevo, de ciencia. Nuestro industrial municipio fronterizo y nuestro país en general requieren inexorablemente de la ciencia para superar cualquier obstáculo de crecimiento y desarrollo, por lo que resulta indispensable formar a nuestros propios científicos y científicas. Por ello en la medida en que cualquier modelo educativo tenga como propósito incentivar el espíritu científico en las y los estudiantes, la educación escolarizada volverá a ser atractiva para la juventud. Si por el contrario sólo se valora a la educación como un recurso para el trabajo, continuará permeando en el proceso formativo académico una percepción poco estimulante y altamente riesgosa para nuestro futuro.

José Roberto Hernández / Sociólogo

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