Que no se apodere el celular de la Navidad
Llegó prácticamente el cierre de ciclo escolar y también las vacaciones de Navidad y Año Nuevo; y con ello más tiempo para miles de estudiantes los cuales y seguro estoy, pasarán todo este periodo con el celular.
El uso del smartphone se ha apoderado de la vida cotidiana de millones de personas en el mundo, así en las calles vemos a personas caminando con la mirada fija en el celular o peor aún, automovilistas conduciendo sus vehículos al mismo tiempo y revisando sus aparatos de comunicación en pleno movimiento, lo que en el caso de los jóvenes y los estudiantes, parece ser más grave debido a que en todo momento están prendidos hacia la pantalla como si no hubiera otra cosa más importante en la vida que estar en línea y pendientes de sus redes sociales.
Ahora con el cierre de semestre, en las aulas universitarias, el uso de los celulares parece ser absoluto: a toda hora, ya sea muy temprano o muy noche los estudiantes caminan o conducen guiados por el Google maps de sus celulares. Igual pasa en las bibliotecas o en las cafeterías y estacionamientos.
¿Qué es lo que dicen los recientes estudios al respecto? ¿Qué se sabe sobre el uso excesivo de estos aparatos electrónicos que se han apoderado poco a poco de las vidas de jóvenes y adultos? ¿Qué nos dice la revisión bibliográfica de artículos científicos sobre el tema?
Pablo Muñoz en su libro “Apaga tu celular y enciende tu cerebro”, afirma que los beneficios que ha traído la tecnología son innegables, lo cual es cierto, pero, ¿cuáles son los efectos del uso desmedido y acceso a todo tipo de información, aplicaciones, redes sociales y videojuegos?
Montenegro Ordóñez, J. (2023), la llama la “generación zombi” cuando habla sobre cómo el aprendizaje y la salud son afectadas por el uso excesivo del celular y afirma que “Los estudiantes universitarios sí conocen sobre el uso excesivo del celular, que afecta la salud física y psicológica de los usuarios, e incluso el sistema nervioso, genera adicción, afecta la interacción humana y el aprendizaje porque distrae y aleja la atención para el logro de los aprendizajes esperados”.
En el ámbito educativo “La telefonía celular está afectando el aprendizaje de los jóvenes, ya que éstos muestran dispersión, falta de concentración, actitud poco reflexiva y crítica, baja calidad de las actividades, etc., y, como consecuencia de esto, un bajo rendimiento escolar.” Oliva, H. A. (2014).
Peor aún “el uso excesivo del celular genera dependencia, abstracción de la realidad, sedentarismo, y afecta la interacción social.” Silva C., A. C., & Martínez D., D. G. (2017).
Los maestros universitarios observamos todos los días cómo “los estudiantes que usan teléfonos celulares en el recinto escolar no pueden concentrarse en la lección si están ocupados en el envío de mensajes en sus teléfonos, afectando negativamente el ambiente de la clase y distrayendo a profesores y otros estudiantes.” Estévez-González, García-Sánchez, y Junqué (2014).
Otros de los efectos, los autores mencionados de esta nueva realidad, nos dicen que “el uso excesivo de teléfonos móviles y de internet puede generar riesgos para la salud y efectos psicológicos nocivos, incluyendo ansiedad, irritabilidad y dificultades en las interacciones sociales.”
Este uso desmedido, como afirma Hancco, A. L., Betancur, H. P., & Mamani, A. Q. (2021), en su estudio para medir conductas adictivas al smartphone en adolescentes y jóvenes de 18 a 35 años de edad, sostienen que “la dependencia a los celulares es la pérdida de la noción del tiempo e implica el abandono de actividades comunes, además que se pueden presentar ira, tensión y/o depresión ante la imposibilidad de acceder al celular.”
Según estadísticas de uso, obtenidas en el artículo en mención, “un estudio encuestó a 1,000 estudiantes de Corea del Sur, donde el 72% de los niños de 11 y 12 años tienen un móvil, usando el móvil en promedio de 5.4 horas al día; casi el 25% de los niños son adictos al móvil.”
En otro estudio de Bravo Vásquez, J. T., & Murga Macalopu, K. J. (2024), “El 62.7% de los estudiantes se calificó como adicto al teléfono celular, mientras que el 49% obtuvo niveles severos y extremadamente severos en salud mental, indicando altos niveles de ansiedad, estrés y depresión.”
Según González Rodríguez, M. (2023), “el celular es un artefacto que brinda enorme visibilidad e impone modas; es fuente de identidad para los jóvenes y se porta como parte de la vestimenta, lo que fomenta una interacción constante y prolongada con este dispositivo.”. Pero también “el uso excesivo del celular puede ocasionar insomnio, especialmente en adolescentes que temen perderse de algo cuando están desconectados, lo que afecta su rendimiento escolar y su salud general.”
A esta nueva dinámica de la vida cotidiana ya se le clasifica como “la nomofobia, definida como el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil, es un reflejo del vínculo emocional y dependiente que los usuarios desarrollan con sus dispositivos.” Y no se diga con las redes sociales que se han convertido en plataformas imprescindibles para la comunicación, pero también incrementan el tiempo de uso del celular debido a su accesibilidad y atractivo.”
El problema, según diversos autores y bibliografías, demuestra que “el uso de teléfonos celulares en adolescentes impacta en mayor magnitud en la salud mental, en áreas como lo social, familiar, emocional y académica, conllevando a una conducta impulsiva y violenta.”
El cierre de ciclo escolar e inicio de las vacaciones navideñas y de año nuevo, provocará, entre otras cosas, que los padres de familia regalen un celular a los hijos sin saber que el uso desmedido de este aparato también tenga consecuencias negativas si no se utiliza razonablemente. Desafortunadamente para muchos, este dispositivo llegó para quedarse y al parecer para apoderarse de la vida de las personas.
Ciertamente es también una herramienta tecnológica que resuelve y facilita la vida por la multiplicidad de tareas que se pueden llevar a cabo, pero también se corre el riesgo que nuestros niños y jóvenes, interactúen con delincuentes sin saberlo, entrar a comunidades peligrosas, proporcionar información personal delicada a desconocidos, o bien ser víctima hasta de fraudes, secuestros y extorsiones, tal y como ya ha sucedido.
Varios autores coinciden que lo que motiva al uso excesivo del celular entre nuestros adolescentes, es la pertenencia social; ellos quieren crear identidad e integrarse en un grupo, que no sea la familia. Ahí el dato para los padres de familia que sabrán cómo vivirán sus vacaciones decembrinas en familia y no permitiendo a los hijos vivan un uso excesivo con el celular. Lo bonito es la convivencia familiar, o ¿usted qué opina amable lector?
Javier Realyvázquez