¿Amor Artificial?
Gerardo Rodríguez Jiménez
El amor es un concepto difícil de definir, pero todos, consciente o inconscientemente, lo deseamos. ¿Quién no quiere ser amado? Multitud de famosos poetas, músicos, psicólogos, científicos, intérpretes y filósofos han tratado de definir y razonar sobre este fugaz estado emocional que puede causar bienestar, u obsesión y dolor; dependiendo de la capacidad y experiencia de cada quien.
La vida es así. A veces se gana y a veces se pierde. Pero nuevas herramientas inteligentes de conversación están causando sensación y debates filosóficos sobre las relaciones humanas, como uno denominado GPT-40. Imagínese compartir unas excitantes vacaciones virtuales llenas de paisajes exóticos y vívidos colores con un (a) acompañante artificial (IA). Un compañero (a) lleno de paciencia, sabiduría y gracia. Empático, amable, si se quiere romántico, y diseñado visualmente de acuerdo a sus gustos específicos preferidos. Además, entrenado como nadie, si así lo desea, para entender nuestras emociones, sentimientos, e inclusive entablar conversaciones estimulantes. Alguien que no se canse nunca de escucharnos, de darnos consejos y motivación. Que jamás se impaciente o se moleste. Alguien que nos conozca profundamente, que reconozca nuestros gustos, nuestra manera de pensar y capaz de entender nuestras emociones sin siquiera la necesidad de que hablemos antes; como si leyera nuestros pensamientos y sentimientos, porque reconoce como nos sentimos casi a la perfección, leyendo nuestros gestos no verbales.
Esta es nada menos que la más nueva y controversial revolución en la industria de IA; que actualmente avanza a pasos agigantados. La época de asistentes digitales como Alexa, que pueden responder y ejecutar nuestras instrucciones verbales en la computadora, o en el celular, está quedando rápidamente atrás. Inclusive ya se han documentado casos raros de personas solitarias que prefieren este tipo de relación imaginaria a una en el mundo real, y que la han llevado su relación visual a límites antes inconcebibles, enamorándose.
Los programas de IA avanzan cada vez más para emular relaciones humanas en todas nuestras actividades, incluyendo las del amor de pareja; posibilidad que está generando controversias religiosas e intelectuales, ya que la concepción de lo que se entiende como ser humano podría cambiar drásticamente en un futuro no muy lejano.
Ya de por sí vivimos en una época en la que ‘no se puede vivir’ sin un teléfono inteligente. Todos, unos más que otros, dependemos de nuestros celulares para cosas tan básicas de nuestra vida diaria que, no hace tanto tiempo, eran inconcebibles. Se puede decir que las nuevas generaciones ya casi nacen con un celular inteligente en la mano, lo cual, dicen los psicólogos, nos ha hecho cada vez más distantes como seres humanos. Los que nacimos antes de los teléfonos celulares, entendemos cómo todas nuestras relaciones se han vuelto más impersonales que antes, más distantes. Ahora nuestra vida personal diaria se desarrolla rutinariamente entre sonidos electrónicos de mensajes recibidos, la saturación de información siempre al alcance de la mano, las citas digitales y superficiales redes sociales.
Vivimos momentos claves para la industria de la IA. Los magnates multimillonarios de la industria, como oportunamente nos informa el reciente documental de Netflix: ¿Y ahora qué? El futuro según Bill Gates. En esta serie se discuten críticamente lo que los nuevos avances de la IA pueden hacer por nosotros o a nosotros -según como usted lo interprete- desde diferentes perspectivas, unas en favor y otras en contra. Aquí se proyectan, aunque brevemente, el posible impacto y sus consecuencias de la IA para la humanidad. Algo que, el mismo Bill Gates admite, es difícil de pronosticar, ya que él mismo no imaginaba los problemas actuales que los grandes avances en IA traerían a su propia vida en sus inicios como programador y empresario. Gates ha sido involucrado en una multitud de teorías conspiratorias surgidas en internet.
Otro empresario que anda muy activo apoyando la campaña de Donald Trump hacia la Casa Blanca es Elon Musk, quien obviamente está en contra de la regularización gubernamental y de los límites legales de la libre expresión, por eso de las frívolas demandas multimillonarias en Estados Unidos. Esto es consecuencia de las falsas noticias y el libertinaje social, ya que, según agresivas barras de abogados han causado violencia, e inclusive la muerte de algunos individuos de mente enferma o débil. Estos hechos han alimentado el debate sobre la responsabilidad de estos negocios. Mal usada, sabemos, cualquier tecnología puede ser peligrosa. Este libertinaje mediático, también ha inundado el internet, que está lleno de teorías de conspiración, propagandas y mentiras. YouTube, por ejemplo, censura automáticamente cada vez más información cuestionable; al igual que Facebook, que también bajo presión, han decidido quitar fotografías que pueden ser motivadas por ideales políticos cuestionables. Para el usuario promedio, a veces es difícil discernir entre la verdad, la mentira, y todo lo que está en medio; sin la ayuda de analistas expertos confiables en los diferentes temas expuestos. Se priorizan el escándalo, lo superficial, el materialismo, el estilo, y la vanidad. Claro, uno encuentra bueno y malo, pero lo malo, lo morboso, tiene más hits; vende más, porque el pensar, leer, comprender y razonar es cansado. Se ha vuelto hasta impopular. La flojera mental abunda.
Con todos estos avances, imagínese cuando los robots de apariencia cada vez más humana salgan al mercado. Entendiendo un poco sobre la naturaleza humana, lo que se avecina para la humanidad en cuanto a la búsqueda del amor perfecto es impredecible. Escenarios de las películas antiguas de Frankenstein se me vienen a la cabeza, como para ilustrar una idea que no es totalmente nueva. En teoría, este tipo de programas de nueva generación están borrando los límites entre lo que significa ser humano y ser máquina. Las máquinas ahora pueden entender nuestras emociones, ofrecer soporte, y excelente compañía. Estamos viviendo en el amanecer de una nueva era en cuanto al amor se refiere.
No hay cosa más complicada que la manera individual de pensar y sentir de un ser humano, pero la IA podría acercarse a ese entendimiento mejor que la persona más sabía que usted haya conocido antes. Entonces ¿qué pasará? ¿Se volverá ya aburrida la interacción con otros humanos? ¿Nos aislaremos más y más unos de otros, como sucede con los nuevos tipos de comunicación instantánea y entretenimiento actuales? Es claro que el concepto del amor es personal. Existen múltiples variedades, como el amor a la patria, al dinero, a conceptos, a nuestros deseos. El amor romántico, decía un educador que conocí, es un invento europeo de hace pocos siglos. Desde entonces, Ha sido romantizado, valga la redundancia, por los medios masivos, causando expectativas innecesarias en el imaginario humano, y mucho estrés a las relaciones sociales.
Con esta fría definición de lo romántico saltarían los poetas, quienes tal vez expresarían que el amor es más un antojo, o los psicólogos, que lo describirían como un sentimiento temporal sin ego. Los médicos y científicos, aseguran que la atracción romántica no es nada más que la interacción natural de hormonas como la testosterona, el estrógeno o la progestina. Los religiosos afirmarían que el amor fraternal es un ideal más elevado, El amor de Dios, sería el único perfecto. Como vemos, es complicado.
Es complicado, nos falta mucho para imitar la biología humana, compuesta de cuerpo, mente y espíritu -según algunos-. La idea de un (a) acompañante digita, por muy perfecto que parezca, dista todavía, según yo, de antojarse como una persona real, Aunque, entendemos que admitió, las nuevas generaciones vivirán en un mundo lleno de mascotas digitales tan perfectas que probablemente complicara todas las relaciones y actividades humanas aún más, para bien y para mal. La mayoría de los humanos promedio, siempre querremos más ser queridos que querer. Esto se describe mejor en una clásica melodía, aunque melancólica, interpretada magistralmente por el príncipe de la canción: José José, en donde canta que todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar. Para mí, aunque suene aburrido tal vez, el amor maduro de pareja debe ser una decisión consciente en beneficio mutuo de los involucrados, y cada quien tiene el libre albedrío de buscar la felicidad según sus propias acciones e ideales, inclusive de manera digital, si no hay de otra.