Consejos para la nueva generación del poder
Gerardo Rodríguez Jiménez
Después del gran desfile nacional y el colorido fervor patrio desplegados en toda la nación, los gritos apasionados de celebración, y demás actos protocolarios, la fiesta ya terminó. Pero para el presidente, AMLO, apenas va empezando. Lo escuché voz aguardientosa en la radio cuando anunció que ya pronto transmitirá su última mañanera, y después va a celebrar su anunciado “retiro” como la principal figura pública del país a lo grande; con un pachangón de esos muy buenos que se hacen por el sur.
No es aconsejable dar consejos –– valga la cómica redundancia –– y menos a quien no lo pide, lo sabemos, entonces aquí van algunas observaciones analíticas.
Está claro, fue debido a la devastadora corrupción, el abuso de poder y la corrupción en las altas cúpulas del establecimiento anterior; conformado primero por la vieja dictadura del PRI, luego del PAN, y luego del PRIAN, que la nueva generación se hartó y mandó un claro mensaje en las elecciones pasadas. Federalmente, Morena tomará casi todo el poder, hasta el judicial. El que los padres de la constitución intentaron dejar específicamente a la clase más educada, pero que, en México, como en todos los niveles de la clase dominante, también se corrompió. Recuerdo cuando pedíamos el cambio generacional, a ver si algo cambiaba; pues ya lo tenemos.
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Ahora esta separación de poderes no estará tan separada. Ya empezaron las señales de sumisión de las cortes al nuevo superpoder y a sus líderes. No les quedó de otra.
Los legisladores del nuevo bloque mayoritario ––los nuevos y aquellos farsistas reciclados de otros partidos–– se sienten imparables bajo la bandera del guinda. Morena está aprovechando toda su fuerza para hacer cambios políticos históricos en instituciones de poder, centralizándolo. Algo que quiere replicar en Chihuahua, así como en otros estados. Pero ahí no les va a ser tan fácil achilangar al pueblo norteño tradicional para que los apoyen. En los próximos años vamos a ver si a los ganaderos, a los vaqueros, y a los machomeneiros chihuahuitas y a sus hermosas ‘hembras’ –solo en un sentido popular, aclaro con todo respeto– se quedan tan quietos con la pretendida invasión política del sur en el congreso estatal. Pero por lo sucedido esta semana en la capital del estado, repetimos, no será tan sencillo. Necesitarán las guindas mucha más capacidad, trabajo, arraigo y compromiso para avanzar sus propuestas por estos rumbos.
A ver si los chilango-chihuahuitas, que viajan seguido del sur a su estado originario, aquellos que nacieron en estas tierras, pero pasan gran parte de su tiempo en la gran ciudad en busca de oportunidades, y ahora se sienten más metropolitanos, pueden disfrazarse de ‘provincianos’ ahora que regresaron a querer conquistar el Estado Grande para apelar a la opinión pública informada regional siendo ya medio ‘chilaquiles’, sin agraviar. Ya adquirieron modismos españoles en su vocabulario, como ‘vale,’ e ideas raras en cuanto a las relaciones de pareja tradicionales. Tal vez muy modernas y sofisticadas, pero para los que pasamos el medio siglo, medio raras. A ver si pueden convencernos de que sus planes son mejores que los que se forjaron acá, con el espíritu trabajador de los chihuahuenses. A ver si lideran con el ejemplo y con la capacidad, y no solo aparentan ser chairos cuando en el fondo son fifís.
Pero cuidado, que no se les suba tanto el poder. Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Podrán engañar al muy necesitado comprándolo con unos cuantos pesos, podrán disfrazar su privilegio y su imagen, podrán comprar sus títulos, pero al final lo que cuenta son los resultados. Los márgenes de voto en una sociedad polarizada pueden variar rápidamente por muchas razones, y no se les va a perdonar a los gobernantes nuevos y sus fieles súbditos la holgazanería, el privilegio, la impunidad y mucho menos un mal manejo de la economía. Se necesitará de mucho esfuerzo, trabajo, y capacidad creativa para debilitar al poder establecido en la capital del estado, como lo evidenció el fracasado intento del morenista Cuauhtémoc Estrada para negociar herramientas de control interno en el congreso el pasado jueves.
Chihuahua
Durante la semana, AMLO responsabilizó en gran parte a los Estados Unidos de la violencia desatada entre diferentes facciones del Cártel de Sinaloa. En contraste, a nivel estatal, la gobernadora Maru Campos, sólida en su posición, aprovechó con astucia la rispidez actual de las relaciones federales México-estadounidenses.
Bien, la inconformidad del Ejecutivo tal vez preceda la intervención de los norteamericanos para negociar sentencias con líderes criminales mexicanos a cambio de información. La inteligencia mexicana se vio vergonzosamente sobrepasada. Ellos son expertos en dividir territorios extranjeros para lograr sus objetivos imperiales. Es una antigua estrategia militar romana usada con éxito durante la conquista por el arriesgado y legendario peninsular Hernán Cortés para tomar Tenochtitlán. Pero, ¿a quién culpar todo lo que sucede en el resto del país? En la frontera de Chiapas, por ejemplo, pues ya pasó todo un sexenio de gobierno. Para terminar, también durante la semana, Genaro García Luna, ya esperando sentencia en gabacholandia, acusó al todopoderoso AMLO de podridas relaciones con importantes narcotraficantes como “El Mayo” en el pasado –cuyo apodo por cierto proviene de su linaje indígena, típico de aquella región–.
Ahora Ken Salazar y Maru mandaron un mensaje conjunto en todos los medios nacionales e internacionales de que Chihuahua, estado conservador tradicional, y tal vez algunos otros estados colindantes del norte del México, no están tan subordinados que digamos ante la ola guinda, y que el país más militarizado y poderoso del mundo puede tener relaciones con estas identidades de manera independiente.
Desde México las fantasías revolucionarias de AMLO podrán venden cuentos, pero aquí en donde vivimos y trabajamos los norteños no nos convienen mucho las ideas tan radicales. Mejor que Chihuahua se abra de par en par a la inversión estadounidense, pensando a largo plazo.
Muy cerca de la frontera, por El Paso, el gobernador texano, ha dado cátedra de cómo presionar al Gobierno federal. El responsable de las mallas de púas colocadas en el río que divide nuestras naciones, el que ha detenido el flujo de los puentes internacionales con revisiones exhaustivas que intimidaron a la industria maquiladora y trasportista, el que ha sido gobernador consecutivo por más de nueve años ya, el que mandaba camiones repletos de migrantes indocumentados a estados de la oposición, fue a celebrar en El Paso el mes patrio con empresarios hispanos el pasado viernes. Maru en el pasado ha mandado el mensaje al gobernador texano de estar abierta a negociaciones que beneficien a los dos estados vecinos más grandes de ambos países, al que unen valores culturales conservadores, aunque pareciera imposible, junto con Nuevo México. La industria ganadera y todas las subculturas derivadas de ella rebasan los límites nacionales si uno estudia bien. Un ranchero en Texas, o un propietario de hortalizas en Nuevo México, no piensan tan diferente en cuanto a sus valores; exceptuando la diferencia en idiomas, ambos son tradicionalistas, por lo general.
Sí, estamos experimentando una nueva generación de poder, pero ojalá se apoyen un poco en la sabiduría de las anteriores para no cometer los mismos errores. No se confíen tanto y actúen con cautela. El chihuahuense está mejor informado. El poder absoluto corrompe, no se conviertan en el viejo PRI. Lo que suceda de aquí en adelante en México federal es casi todo responsabilidad de un solo partido. Entonces con más razón tendrán que ejercer una impecabilidad ética frente a sus representados mejor que la de todos sus antecesores, si es que pretenden perdurar. En Chihuahua, los morenistas estatales primero tienen que ayudar a conseguir que el Gobierno federal invierta lo que le debe al Estado, al que la Federación tiene muy abandonado. Las carreteras federales siguen estando en pésimo estado, sin mantenimiento, causando accidentes frecuentes. Por algo se empieza. Mientras tanto, si los de oposición quieren sobrevivir la oleada generacional, tendrán que competir por los resultados que seguiremos cuantificando en este medio.