Cerebros rígidos, ideas extremas

Gracias a un artículo reciente de Roger Bartra es que pude conocer el trabajo de Leor Zmigrod y lo que descubrí fue increíble: la ideología afecta la operatividad de nuestro cerebro. Más aun, la obstinación ideológica deja huellas en el cerebro. Es claro que las personas más ideológicas comparten ciertos patrones de conducta. No obstante, ahora hay evidencia empírica que indica que esta obstinación afecta nuestro cerebro y lo hace menos flexible. Vale la pena decir que la flexibilidad neuronal influye en cuestiones como la creatividad, la adaptabilidad y el aprendizaje. Aspectos disminuidos cuando se vive con una alta carga ideológica.
Así, un cerebro ideológico es, fisiológicamente hablando, un cerebro inflexible. Además, de acuerdo con la autora, un cerebro de este tipo no regula las emociones, es cognitivamente rígido y neurobiológicamente receptivo a rituales adictivos y a categorías binarias. En concreto: la ideología hace a nuestro cerebro menos flexible.
Por ello, yo propongo a quien me lee lo siguiente: piense en alguna persona con una alta carga ideológica sobre cualquier cuestión. ¿Acaso no es cierto que son figuras que generalmente batallan para modular sus emociones? Son personas intensas y que dan la sensación de dejarse llevar más por sus emociones que por el raciocinio. ¿No es verdad que este tipo de personas reducen todo a blanco y negro? Intentan siempre impregnar todo con una falsa dicotomía. Lo anterior porque, las ideologías ofrecen descripciones absolutistas apoyadas solo en dogmas.
Para trabajar, Zmigrod utilizó una prueba que identifica la resistencia al cambio en las personas. Encontró que la gente que se adapta más a las tareas neuropsicológicas es la misma que ideológicamente es más abierta y que valora más la diferencia y la pluralidad. En cambio, la rigidez cognitiva determina la presencia de dogmatismo. ¿Qué es el dogmatismo? Es una postura que consiste en aceptar algunas ideas como verdades absolutas sin cuestionarlas ni criticarlas. Es decir, las personas que creen que sus ideas son incuestionables o que su punto de vista es el único legítimo. Son personas con un cerebro menos flexible. Científicamente comprobado.
También es cierto que entre más intransigente (ideológicamente hablando) sea alguien, es más probable que se corra a un extremo, ya sea de derecha o de izquierda. En ese sentido, de acuerdo con la neurocientífica de la Universidad de Cambridge, hay una relación clara entre la rigidez mental y quienes se ubican en alguno de los extremos del espectro político. Las personas de extrema derecha o de extrema izquierda son personas con menos flexibilidad neuronal lo que puede hacer que toda la actividad cerebral se modifique.
Por otra parte, el estudio de Zmigrod también identificó que la flexibilidad cognitiva estaba relacionada con la incredulidad religiosa. Entre más rezos y rituales, más rigidez en las tareas neuropsicológicas. En cambio, los no creyentes muestran un comportamiento que se adapta mejor y encuentran soluciones más flexibles. Llama la atención que los más flexibles de todos son quienes han abandonado su ideología religiosa.
Ahora bien, aquí adquiere relevancia la pregunta milenaria formulada desde tiempos inmemoriales: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Dicho con otras palabras ¿las personas rígidas mentalmente (con poca flexibilidad neuronal) tienden a ser más extremistas? O por el contrario, el que una persona elija participar en ambientes más radicales tiene como consecuencia desarrollar cerebros menos flexibles. ¿Dónde está el origen de la rigidez, en el cerebro o en la política? Está claro que correlación no indica causalidad, así Zmigrod deja claro que este es un problema aun sin resolver.
Aunque el estudio se realizó con estadounidenses, considero que, como todos los trabajos científicos, puede ser replicable y que aquí en México los resultados serían similares. Finalmente, me gustaría cerrar con una cita textual del politólogo Giovanni Sartori: “Para quien no sabe pensar, para el que no tiene autonomía y auténtica fuerza de pensamiento, la ideología sigue siendo una muleta necesaria”.
Édgar Arce / Analista