La importancia del voto y el abstencionismo plausible en Juárez

El voto es la forma de participación más importante para las democracias. Es decir, dentro de todo el abanico de posibilidades para participar políticamente, el sufragio es el más trascendente. En efecto, el ejercicio del voto es el componente esencial de cualquier régimen democrático, el más igualitario, al que más personas tienen acceso y el que menos recursos requiere. El voto es un acto político y como tal, depende de factores sociales y económicos, pero también depende de cómo se estructuran las elecciones y la política en general. Ahora bien, ¿se puede predecir cómo será la participación de las próximas elecciones? Sin duda.
De acuerdo con distintas teorías, la ciudadanía toma la decisión de votar o no mediante un simple cálculo. Decide votar si, en su opinión, los beneficios de votar son mayores que los costos; por el contrario, si los costos son mayores que los beneficios, decide no votar. ¿Y cuáles son los costos de ir a votar?
En primer lugar, el tiempo invertido en trasladarse a las casillas o centros de votación. Luego, el tiempo de espera en lo que se registra al votante y le entregan las boletas. Si hay gente esperando, este tiempo aumenta de manera considerable. Enseguida, hay que llenar las boletas. La duración de este momento varía en relación con el tipo de elección. Además, también resulta necesario invertir tiempo para obtener y procesar información acerca de las candidaturas y decidir cual se prefiere. En las elecciones de este primero de junio, estos aspectos son determinantes. Al haber menos centros de votación, está la posibilidad de que el trayecto hacia la casilla sea más largo y tardado. Además, el tiempo que se tendrá que invertir en llenar las boletas será considerablemente mayor que en otras elecciones. Finalmente, ante la abrumadora cantidad de candidaturas, el ejercer un voto consciente y responsable, implica la inversión de varias horas, por lo menos. En ese sentido, y dado que el tiempo es un recurso escaso, los costos de ir a votar son mayores que en unas elecciones ordinarias. La decisión de no ir a votar le permitiría a la ciudadanía hacer otras cosas. Descansar, pasar tiempo con la familia, tener actividades recreativas, etc. eso precisamente lo que se puede perder al votar.
Aunado a lo anterior, Juárez es uno de los municipios con menor participación electoral en todo el país. En otras palabras, si las características y circunstancias especiales de esta elección, hacen difícil que la ciudadanía decida ir a votar, en Juárez el problema se agravará. No importa que para la gran mayoría de la población las elecciones sean la única forma de participación política que se tenga. No importa que la constitución establezca que ir a votar es un deber y una obligación de la ciudadanía. Aun teniendo en cuenta la trascendencia del sufragio, los votantes en Juárez serán pocos.
Si bien, en elecciones ordinarias el abstenerse de votar es considerado como prueba de consentimiento pasivo, en estas elecciones es totalmente distinto. En circunstancias normales, personas que están conformes con el ejercicio del gobierno en turno, bien pueden optar por no votar y así mantener el estado de las cosas, ahora es diferente. Parte de la ciudadanía no participará porque considera que no es la solución adecuada o bien, que no hay elección. Porque votar no es lo mismo que elegir. Imaginemos un escenario donde solo hay una opción para votar. Es decir, no hay oposición ni alternativa a la hora de acudir a las urnas. En el Estado hay distritos judiciales donde solo existen dos candidaturas para dos puestos en disputa. Es decir, antes de la jornada electoral ya sabemos quiénes serán los ganadores (ganadoras en este caso). En situaciones como estas, se puede decir que hay votaciones -porque la gente acude a emitir un sufragio- pero no elecciones. No existe la posibilidad de elegir. Sin duda esto es otro de los factores que desincentivará la participación.
En conclusión, derivado de lo novedoso de la elección y el desconocimiento generalizado de la misma, de los costos que representa ir a votar, del descontento de la ciudadanía con la reforma judicial y del desinterés cívico, no hay lugar a dudas: el abstencionismo se impondrá.
Edgar Arce / Analista