Empleo digno y emprendimiento real: el desafío de Juárez

Empleo digno y emprendimiento real: el desafío de JuárezEn México, buscar empleo a cualquier edad puede ser una experiencia frustrante. Durante años se creyó que una sólida preparación académica era sinónimo de éxito profesional. Sin embargo, la realidad muestra otra cara: trabajos precarios, mal pagados, sin derechos ni futuro. Ante esto, muchos jóvenes han dejado de creer en el trabajo formal, no por falta de deseo de estabilidad, sino porque no la encuentran.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2025) indica que la Población Económicamente Activa (PEA) está compuesta por 60.7 millones de personas, el 58.7% de la población total. La participación de los hombres es del 74.4%, mientras que la de las mujeres es del 45.0%, lo que sugiere mayores barreras para ellas. Aunque la subocupación bajó a 6.3% en 2024, la informalidad laboral sigue siendo alarmante: el 54.6% de las personas ocupadas (más de 32.8 millones) trabajan sin contrato ni seguridad social. En el caso de las mujeres, la cifra asciende a 55.4%
La informalidad se ha convertido la norma. Según el INEGI, más de la mitad de quienes trabajan carecen de prestaciones básicas. A esto se suman esquemas disfrazados de emprendimiento, donde se romantiza la idea de “ser tu propio jefe”, cuando en la práctica muchas personas enfrentan autoexplotación: sin horarios definidos, sin respaldo legal ni acceso a servicios de salud. Esta situación implica ingresos insuficientes, limita el desarrollo profesional y perpetúa la desigualdad.
En Ciudad Juárez, durante 2024, el empleo formal creció con casi 500 mil personas registradas en el IMSS. Sin embargo, el 80.6% de ellas gana entre uno y dos salarios mínimos diarios. Solo el 2.4% supera los seis salarios mínimos. Es decir, tener un empleo formal no garantiza condiciones dignas ni movilidad social. Incluso en una de las zonas industriales más importantes del país, la concentración de empleos en el sector maquilador mantiene a la mayoría en condiciones laborales limitadas.
Además, sectores como comercio y servicios históricamente ocupados por jóvenes y mujeres, han perdido empleos o se han estancado, reduciendo aún más las alternativas. Mientras tanto, quienes egresan de universidades descubren que un título no es garantía de trabajo, y menos aún de uno bien remunerado.
Desde medios tradicionales y digitales, se refuerza la narrativa del “falso emprendimiento”, presentado como una vía de éxito al alcance de cualquiera que mantenga actitud positiva. Esta visión omite que, ante la escasez de oportunidades y la baja calidad del empleo formal, muchas personas recurren al emprendimiento no por elección, sino por necesidad. Emprender sin preparación adecuada, capacitación, financiamiento o redes de apoyo puede llevarlas a mayor precariedad, agotamiento y frustración.
En este contexto, Juárez ha iniciado estrategias de impulso emprendedor, como la plataforma PYMAIS en alianza con Microsoft y FUNAX, y encuentros de capacitación que han formado a más de 700 personas en temas fiscales y de negocio. No obstante, el verdadero emprendimiento requiere más que buena voluntad: necesita respaldo financiero, jurídico y social. De lo contrario, sigue siendo una salida forzada, no una alternativa liberadora.
Aun así, desde una visión simplista, hay sectores que culpan a los jóvenes de “no querer trabajar” o de “querer todo fácil”, ignorando las condiciones reales del mercado laboral. No solo quienes tienen menor escolaridad enfrentan esta realidad; también egresados universitarios ven cómo la estabilidad laboral se ha vuelto un privilegio. ¿Cómo construir una vida estable, acceder a una vivienda o formar una familia cuando el empleo digno parece inalcanzable?
Esta generación no es perezosa ni frágil. Es una generación consciente de su precariedad, que enfrenta estructuras que imponen incertidumbre. No basta con pedirles “más esfuerzo”; debemos cuestionar un sistema que llama “libertad” a la falta de derechos, y que considera “emprendedor” a quien sobrevive vendiendo por internet, como ocurre con las llamadas “nenis”.
Es urgente avanzar hacia una sociedad más justa, mediante políticas públicas que fomenten empleos formales con salarios dignos, protección social y oportunidades de crecimiento. Además, debe fortalecerse el emprendimiento real: desde un compromiso gubernamental que brinde acceso a financiamiento, tecnología, redes de comercialización y acompañamiento profesional. Solo así podrá convertirse en una verdadera alternativa de desarrollo económico, y no en un camino impuesto por la precariedad.
No podemos seguir disfrazando la falta de derechos con discursos de oportunidad. Ofrecer a las nuevas generaciones un futuro digno depende de un cambio estructural que garantice empleo, educación de calidad y respeto a los derechos laborales. De no hacerlo, condenamos a una generación a vivir entre la frustración y la autoexplotación. No se trata solo de trabajo: se trata de dignidad, y para Ciudad Juárez, esa debe ser una prioridad.
Rosa Isela Medina / Doctora