Juicio Político

Democratizar la justicia: una elección sin precedentes

El pasado 1º de junio se celebraron en nuestro país las primeras elecciones para decidir quiénes serán los próximos jueces, magistrados y ministras o ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin duda, se trató de un ejercicio inédito: una elección sin precedentes en la historia de México.

Como era de esperarse, el proceso fue duramente criticado por los principales actores políticos de oposición a la Cuarta Transformación. Antes de que se llevara a cabo la jornada electoral, promovieron abiertamente el abstencionismo. Después de la elección, centraron sus señalamientos en el nivel de participación ciudadana, que fue del 13% del padrón. Lo compararon con los comicios ordinarios —como los de diputaciones, presidencias municipales o gubernaturas— que suelen alcanzar entre el 45% y el 55% de participación.

Pero si queremos hacer un análisis serio y responsable, lo primero que debemos reconocer es que se trató de una elección inédita. Nunca antes se había celebrado algo similar, y para la gran mayoría de las y los ciudadanos el proceso era completamente nuevo. Además, no podemos esperar que un ejercicio recién instaurado despierte de inmediato un entusiasmo masivo. La participación ciudadana se construye paso a paso. Lo importante es que estos ejercicios existan, que se abran cauces democráticos, y no que las decisiones sigan concentradas en las cúpulas.

La historia nos ofrece ejemplos muy claros de cómo inician —y maduran— los procesos de participación. En 1947 se reconoció por primera vez el derecho de las mujeres a votar y ser votadas en elecciones municipales. Posteriormente, en 1953, una reforma constitucional les otorgó la plenitud de los derechos ciudadanos, incluidos los electorales, y en 1955 las mujeres pudieron acudir por primera vez a las urnas en una elección federal.

El 3 de julio de 1955, para renovar 164 diputaciones federales, participaron más de 4 millones de mujeres, aunque solo 20 aparecieron entre las 356 personas candidatas a una curul. Aquel primer paso fue modesto en cifras, pero enorme en trascendencia. Hoy, más de 51 millones de mexicanas están registradas en el padrón electoral, y tan solo en las elecciones de 2024, más de 30 millones ejercieron libremente su derecho al voto. ¿Qué habría pasado si la crítica o el escepticismo hubieran paralizado aquel proceso?

Otro ejemplo: el camino electoral de Andrés Manuel López Obrador. En 2006 obtuvo 14 millones 756 mil votos; en 2012, 15 millones 848 mil; y en 2018, más de 30 millones de sufragios. La historia demuestra que no se puede medir el éxito de un proceso ciudadano por sus primeros pasos. La participación democrática se consolida con constancia, claridad y convicción.

Por eso, lejos de descalificar este primer ejercicio, debemos fortalecerlo. Democratizar el Poder Judicial es una deuda histórica, y aunque apenas comenzamos a saldarla, lo verdaderamente importante es que ya dimos el primer paso.

Artículos Relacionados

Back to top button