Los asesinatos del Tylenol

Netflix recientemente estrenó la mini serie “Caso no resulto: los asesinatos del Tylenol”, el cual narra un caso criminal rodeado de misterio que, hasta la fecha, no se ha logrado resolver.
Aunque el título es similar a una serie de horror, los asesinatos del Tylenol fueron un caso real ocurrido en Chicago, Estados Unidos, en 1982, cuando varias personas murieron después de tomar el famoso medicamento.
Tras viralizarse los asesinatos del Tylenol, los habitantes de Chicago vivieron con la duda sobre si confiar en los medicamentos que estaban comprando, pues no sabían si las muertes fueron causadas por un accidente o por la mente criminal de alguna persona.
El documental de Netflix está basado en un caso que comenzó en septiembre de 1982 en Chicago, Estados Unidos, cuando siete personas fallecieron por tomar cápsulas Extra Strength Tylenol.
Las víctimas, de entre 12 y 35 años, eran de la misma familia y fallecieron después de compartir el mismo frasco de cápsulas Tylenol, las cuales fueron manipuladas después de su fabricación, detalla la Universidad de Chicago Illinois.
La enfermera Helen Jensen fue quien descubrió la conexión entre los fallecimientos y el Tylenol, por lo que acudió a las autoridades para denunciar el hecho.
Tras un análisis, se determinó que las pastillas estaban contaminadas con cristales de cianuro de potasio, sustancia que puede terminar con la vida de las personas en tan solo 15 minutos después de su ingestión.
Ante ello, las autoridades estadounidenses comenzaron a retirar los Tylenol de las farmacias y realizaron una campaña para pedirle a los consumidores que tiraran sus medicamentos.
Una semana después de las muertes, la sede de Johnson & Johnson recibió una carta en la que informaban que “como el cianuro está dentro de la gelatina, es fácil convencer a los compradores de que se traguen el trago amargo. Hasta ahora, he gastado menos de 50 dólares y me lleva menos de 10 minutos por botella”.
James William Lewis fue acusado de enviar la carta a Johnson & Johnson, por lo que fue condenado por extorsión y cumplió más de diez años en una prisión federal de Estados Unidos.
Aunque James William Lewis pagó la condena, las investigaciones revelaron que él no podía ser el responsable, pese a que había pedido a la compañía productora del Tylenol que le pagara un millón de dólares para que dejara de envenenar los lotes de pastillas.
Hsta el momento se desconoce quién estuvo detrás de los asesinatos de Tylenol, los cuales incluso ocasionaron que disminuyeran 20 por ciento las ventas de dulces de Halloween y que los padres no dejaran salir a pedir golosinas a sus hijos por el miedo de que también fueran envenenados.