Juicio Político

Construyendo un Chihuahua más sostenible a través de la economía circular

En los últimos años, el término economía circular ha ganado terreno en discusiones sobre sustentabilidad, innovación y desarrollo económico. Pero más allá del concepto de moda, la economía circular representa un modelo práctico y necesario ante los desafíos ambientales y económicos actuales.

En pocas palabras, la economía circular busca reemplazar el modelo tradicional de “extraer, producir, consumir y desechar” por uno mucho más eficiente, basado en la reutilización, reparación, reciclaje y aprovechamiento de recursos. Es decir, se trata de cerrar los ciclos de vida de los productos para reducir el desperdicio al mínimo, al mismo tiempo que se generan nuevas oportunidades económicas.

Entre los principales beneficios está, por supuesto, la disminución del impacto ambiental. Para una región como Chihuahua, donde la escasez de agua, la contaminación y la sobreexplotación de recursos son problemáticas crecientes, adoptar un enfoque circular no solo es deseable, sino urgente.

Además, este modelo tiene el potencial de impulsar nuevas cadenas productivas y empleos en sectores como la gestión de residuos, la reparación, el reciclaje, la innovación en materiales y el diseño industrial. Las empresas que implementan procesos más eficientes y sostenibles tienden a ser más competitivas a mediano y largo plazo.

Sin embargo, también existen desafíos. La transición hacia una economía circular requiere inversión, educación y voluntad política. En Chihuahua, muchas pequeñas y medianas empresas operan con márgenes limitados, lo que hace difícil implementar cambios sin incentivos claros. A esto se suma la necesidad de infraestructura adecuada y una mayor conciencia ciudadana. La cultura del “usar y tirar” aún predomina y es uno de los principales obstáculos para lograr un cambio real.

Chihuahua tiene características que podrían favorecer la implementación de este modelo. Su fuerte presencia en sectores como la agroindustria y la manufactura ofrece oportunidades concretas: por ejemplo, aprovechar residuos agrícolas para producir biocombustibles o fertilizantes naturales, o fomentar el rediseño de productos en la industria maquiladora para facilitar su reutilización o reciclaje.

Asimismo, las universidades y centros de investigación del estado pueden jugar un papel clave en la capacitación y generación de conocimiento aplicado. El gobierno estatal y los municipios, por su parte, pueden establecer políticas públicas que incentiven fiscalmente a las empresas que adopten prácticas circulares, faciliten la creación de centros de acopio y reciclaje eficientes, e impulsen programas de concientización ciudadana.

La economía circular no es una solución mágica, pero sí una herramienta poderosa para avanzar hacia un desarrollo más sostenible, justo y resiliente. Chihuahua tiene el talento, los recursos y el contexto adecuado para dar pasos importantes en esta dirección.

Como ciudadanos, profesionistas y actores económicos, debemos promover este enfoque en nuestras decisiones cotidianas y exigir que se incluya en las políticas públicas. El futuro no se construye solo con buenas intenciones, sino con acciones concretas.

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