Creciendo fuera de casa: Relevancia de guarderías y estancias en el desarrollo infantil

La infancia es una etapa crucial en el desarrollo emocional, social y cognitivo de los seres humanos. Para muchas niñas y niños, esta fase está marcada por el ambiente familiar, pero también por las circunstancias externas que pueden influir en su crecimiento. En particular, las niñas y niños juarenses que pasan su infancia en guarderías o estancias infantiles, experimentan una serie de emociones y vivencias que dejan huella en su vida adulta.
En Ciudad Juárez, estos espacios cumplen con un importante papel en el cuidado y la educación, pero las experiencias de los menores pueden variar en función de distintos factores como la calidad del servicio recibido, el contexto familiar y las relaciones que se establecen en dichos lugares.
Una de las primeras vivencias de quienes asisten a guarderías y estancias infantiles es la separación de sus madres y padres, ya que esta suele ser emocionalmente difícil, considerando que la relación con los cuidadores no es la misma que con los padres. Aunque generalmente el personal de estas instituciones está capacitado para ofrecer cuidados de calidad, las niñas y niños experimentan, miedo a lo desconocido, ansiedad por la separación y un gran sentimiento de abandono.
Algunos pequeños logran adaptarse rápidamente al contexto y a las nuevas normas, aprendiendo a disfrutar de la interacción con otros infantes y a convivir bajo marcos de autoridad diferentes a los de sus hogares, lo que les permite socializar, compartir, colaborar y lidiar con la frustración de no estar siempre bajo la protección de sus madres y padres. Sin embargo, este proceso puede generar un sentimiento ambivalente hacia el cuidado en guarderías y estancias, valorando por una parte la independencia adquirida, pero también intensificando el deseo de estar con sus familiares cercanos.
Estos lugares son importantes porque inciden positivamente en su desarrollo psicomotriz, de lenguaje, cognitivo y de habilidades socioemocionales, como el autocontrol, la comunicación, la resiliencia y la empatía, esenciales para su salud emocional, la construcción de la personalidad y la autoestima. Para muchos niños, la guardería o estancia, representa su primer contacto con una comunidad más allá del núcleo familiar, lo que les permite generar un fuerte sentido de pertenencia y de solidaridad con sus compañeros.
En nuestra ciudad el impacto de las estancias y las guarderías depende en gran medida de la calidad de las mismas. Aquellas que ofrecen un ambiente de cuidado afectivo, con personal capacitado, actividades educativas y una atención personalizada, tienen más probabilidades de brindar experiencias positivas, facilitando su adaptación. En cambio, quienes asisten a espacios con recursos limitados, donde el personal está sobrecargado o no tiene una formación adecuada, pueden enfrentar un entorno menos propicio para su bienestar y mayor riesgo de experiencias negativas o afectaciones.
Es innegable el sentimiento de ausencia física y emocional de madres y padres, especialmente en esta ciudad donde las jornadas laborales pueden extenderse más allá del horario habitual. Aunque este sacrificio suele traducirse en beneficios económicos, la falta de tiempo con la familia puede generar afectaciones emocionales significativas en los menores, reforzando la desconexión, el abandono, la desconfianza y la ausencia emocional.
Los ahora jóvenes, que pasaron su infancia en guarderías o estancias infantiles debido a las necesidades laborales de sus padres refieren haber vivido experiencias diversas. La mayoría menciona haber tenido experiencias positivas, creando amistades que perduran, mientras que otros afirman haber enfrentado dificultades para integrarse, sentirse aislados, o rechazados, o haber sido víctimas de bullying o exclusión social, incluso de abuso infantil, aspectos que pueden dejar huellas y afectaciones permanentes.
Dichas experiencias pueden tener repercusiones en la vida adulta. Por ello, el Estado, debe garantizar la materialización del interés superior del menor, a través de políticas públicas efectivas que aseguren su derecho a un entorno adecuado de cuidado y protección, la calidad educativa y el bienestar emocional y social de niñas y niños. Además, debe enfatizar en mejorar los recursos, la capacitación del personal y el apoyo a las familias, promoviendo la colaboración entre las instituciones de cuidado y los padres. Esto creará entornos que favorezcan el desarrollo integral de los menores, asegurando que crezcan en condiciones de amor, seguridad y apoyo emocional, contribuyendo a su bienestar y a una sociedad más responsable, equitativa y solidaria en Ciudad Juárez.
Rosa Isabel Medina Parra / Doctora