El perverso Javier Corral
Francisco Flores Legarda
En estos días Javier Jurado, quien se ostenta en sus cuentas de X, Instagram, Facebook, entre otras, como referencia de algunos datos bibliográficos, como escritor, abogado, legislador y exgobernador del estado de Chihuahua, solo faltó decir que está tocado por Dios, y que con las puntas de sus dedos toca la bóveda celeste. Ha sido uno “de los gobernadores más alejados de la ciudadanía”. En efecto, logró desinflar a funcionarios del Gobierno de Duarte, con los llamados “Expedientes X“. Para desgracia, muchos de los funcionarios a quienes se les siguió procesos penales o administrativos se encuentran libres, por el motivo que sea. Esto ocurrió ante la desfachatez, soberbia, ignorancia, inhumano, corrupto y desprecio al ser humano, al margen de que sean culpables de algún presunto delito. La Constitución es muy clara: “El principio de inocencia, es decir nadie es culpable mientras se demuestre lo contrario”. Qué se puede esperar de un funcionario público, gobernador del Estado, Javier Corral, subrayo, que ordenó torturar a funcionarios públicos y a quienes se les ponía enfrente.
Javier Corral Jurado, como es sabido, pertenece a grupos de ultraderecha, con ramificaciones en todo el país, después se dijo que era un demócrata, ahora se ve ante el espejo y seguro verá como cómplice de su grupo cercano, que como ratas empieza a esconderse. Cobardes, cuando metían la mano al cajón todo bien, se terminó y muchos recluidos en los conventos en la Sierra Tarahumara, todavía disfrutando de las mieles que recibieron, llámese sacerdote y laicos, despreocupados de los graves problemas de sus feligreses. Sin importarles los derechos del pueblo que atiende, los niños desamparados, mujeres maltratadas, un pueblo con hambre ancestral y desde luego prostitutas que son parte de la vida de la sociedad. Estos son los curas del “pueblo”.
Estos sacerdotes y laicos solo sirvieron para tomarse fotos, presentarlas a los medios de comunicación y decir véanos, representamos al pueblo, ¿cuál pueblo?
El que Corral desamparó, destruyó, pervirtió, entre otras penumbras.
Con independencia de todas sus fechorías trató de acallar a la prensa, en especial a El Diario de Chihuahua, que en su página editorial se ha permitido expresar a los columnistas de cualquier ideología. Finalmente el Poder Judicial puso orden a los actos ilegales demandando a El Diario de Chihuahua, bajo el argumento de que lo estaban difamando; fue tan cobarde que recurrió a las Cortes de Estados Unidos, pero finalmente no solo recibió un golpe en su mano, una derrota a su orgullo pervertido de una persona enferma, casi psicópata que merece quedar no sólo en la historia, sino en el mundo del más allá.
Javier Corral Jurado estuvo a punto de convencer a López Obrador que era puro y santo, sentado a su derecha, a punto de ser el titular de la Secretaría de la Función Pública, después el zar de la anticorrupción se sintió arropado por el poder del Estado. Al caer la gran cantidad de denuncias en su contra y colaboradores más cercanos, no ha dado la cara y por lo pronto así seguirá. Tenemos un problema, Corral se encuentra en la lista para el Senado de la República propuesto por Morena, a quien engañó vilmente. Pregunto, ¿qué hará Morena con ese lastre? Esto lo tendrá que contestar quien le otorgó ese beneficio político.
El Partido Acción Nacional, confesional desde que fue formado, representaba grupos de derecha y ultraderecha, lo cual no es malo, al contrario, estamos en un país libre, en el cual tenemos derecho a expresar y mantener sus bases ideológicas, desde luego sin enfrentar a la sociedad como lo está viendo ante una República unipartidista.
El punto que trataré enseguida sobre la doctrina social cristiana no ha sido vista con buenos ojos por los Papas, a través de quienes han estado al frente de la Iglesia Católica, donde se trata el fenómeno de la corrupción, dentro de la cual quiso ser parte, pero fue recogido por lo que quedó del Movimiento Anticomunista de Orientación Nacional, el cual ya solo quedan rastros en donde Javier Corral ha sido parte. Acción Nacional, al margen de estos lastres, tiene la obligación de apartarse de estas rémoras y por qué no, dar un giro a la doctrina social cristiana, no tiene por qué darles miedo.
Si miramos profundamente el fenómeno de la corrupción, nos daremos cuenta que este mal contrasta radicalmente con los principios de la doctrina social de la Iglesia; en ésta puede, en menor o mayor grado, en cualquier orientación ideológica mientras no afecte sus principios, como ejemplo, los partidos de izquierda, socialdemócratas y bajo la doctrina social cristiana tuvieron la obligación de unirse en contra de la ultraderecha.
¿Por qué afirmamos esto? Porque la corrupción instrumentaliza a la persona humana utilizándola con desprecio para conseguir intereses egoístas.
Impide la consecución del bien común porque se le opone con criterios individualistas, de cinismo egoísta y de ilícitos intereses de parte.
Contradice la solidaridad, porque produce injusticia y pobreza; y la subsidiaredad, porque no respeta los diversos roles sociales e institucionales, sino más bien los corrompe.
Va también contra la opción preferencial por los pobres, porque impide que los recursos destinados a ellos lleguen correctamente.
“En fin, la corrupción es contraria al destino universal de los bienes”
(Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2016: 8).
La doctrina social de la Iglesia también nos recuerda que es nuestro deber esforzarnos por construir una sociedad cuyas estructuras faciliten al hombre luchar contra el mal, y elegir el bien. Pero también nos hace darnos cuenta que las estructuras sociales o los sistemas políticos y económicos, por ellos mismos nunca van a producir el bien. Sino que siempre van a necesitar la intervención moral del hombre, quien iluminado y fortalecido por la gracia de Dios transmite a la sociedad los valores como el bien, la verdad, la solidaridad, la gratuidad, y así podemos dar vida a esas estructuras sociales.
Daño moral y cultural
No cabe duda que la corrupción realiza un “grave daño” económico al desarrollo social, y que sin duda alguna es una de las causas del subdesarrollo y la pobreza. Pero, al mismo tiempo, no hay que olvidar que sus efectos son más negativos sobre los bienes inmateriales.
“No se trata solo de un proceso que debilita el sistema económico: la corrupción impide la promoción de la persona y hace que las sociedades sean menos justas y menos abiertas” (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2016: 4).
Efectivamente, los aspectos humanos y cualitativos son los más afectados por la corrupción, como lo vemos en el caso de la corrupción política, ya que ésta traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de la justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones. (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005: 411).
No debemos tener miedo a los principios ideológicos, “hay que detener y denunciar a los perversos como Javier Corral y no vuelvan al poder”.
Seamos empáticos y humanistas. No tengamos miedo. Salud y larga vida.
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