Miscelánea

Este fue el banco que existió al sur de Chihuahua en el siglo XIX

A finales del siglo XIX, durante una época temprana del Porfiriato, Parral fue sede de un intento financiero interesante para la época, ya que emitía sus propios billetes a través de una institución local. Aquel banco, llamado “Banco de Hidalgo del Parral”, fundado por la institución bancaria privada The Homer Lee Bank Note Company de Nueva York, este banco parralense operó por un periodo de tiempo breve, teniendo un mediano éxito en las operaciones de la región sur.

Y es que, para la época, la economía sufría diversos cambios al igual que el país; con la llegada de Porfirio Díaz al poder en 1876, la modernización arribaba a México luego de intensos años de guerra y lucha. En temas económicos, el presidente había permitido la instalación de bancos privados y públicos que acuñaran sus propios billetes y monedas buscando expandir el comercio; estos billetes y monedas tenían un valor en la región pero fuera de esta era difícil su valorización: Así nacieron el Banco Minero, de Chihuahua, el Banco Comercial Refaccionario y por supuesto el Banco de Hidalgo del Parral.

Todo parece indicar que durante los años de 1880, comenzaron a suscitarse los eventos para la instalación y planificación del banco, operaciones que estaban a cargo de un grupo liderado por Samuel Miller, quien tuvo la autorización para emitir notas a partir del 4 de enero de 1883, siendo esta una de las primeras fechas que indican la operatividad de este banco.

La primera cantidad que se autorizó para imprimir fueron 300 mil pesos, en billetes de 25 centavos, 50 centavos y en un peso. Estos billetes podían cambiarse por moneda corriente o en pesos plata.

Es importante resaltar que si los billetes se cambiaban en pesos plata, se aplicaba un 8% de descuento al billete, es decir, si se cambiaba por un peso, se recibían solo 92 centavos de plata, esto porque la plata era asimilada como más valiosa, y por ende, con este descuento el banco no perdía en la transaccion. En cambio, si el billete se cambiaba por moneda corriente no había descuento, ya que esta moneda estaba hecha de cobre o níquel, materiales que se devaluaban con facilidad.

Siendo así, los pagarés debían llevar el sello del Administrador General de Rentas, y se garantizaban con hipotecas sobre la propiedad. Pocas referencias hay sobre los billetes de la época; una de ellas cuenta que el Tesorero Municipal escribió el 4 de abril de 1884 al consejo local, informando que algunas empresas querían pagar los impuestos con billetes de banco al no tener monedas de cobre.

Justamente la ausencia del cobre generó problemas en el flujo del dinero, pues en 1884, se retiraban de circulación las monedas de cobre para dar paso a las del níquel. No obstante, como el níquel era un material más ligero y sencillo, la gente no deseaba aceptarlo como moneda de cambio pues lo consideraban sin valor, lo que desencadenó una crisis económica en la región.

De esta forma, se tiene registro de que el presidente municipal de Parral en ese entonces, Anastasio Porras, escribió el 25 de abril de 1884 al gobernador del estado solicitando alguna solución para poder dar cambio a las personas. El gobernador entonces autorizó al banco de Hidalgo de Parral imprimir billetes de denominaciones pequeñas, como un centavo, cinco centavos y hasta 10 centavos.

Si bien Samuel Miller aceptó la impresión de tales billetes, no fue la solución del problema, pues para el 6 de julio, Anastasio Porras escribiría de nuevo a Chihuahua, informando que existía un conflicto terrible por no tener monedas, ya que los billetes estaban en descrédito, porque las agencias solo cambiaban los billetes si era una cantidad mayor a un peso; y no sólo eso, sino que también llevaban un descuento de más del 9%, y no del 8% como se acostumbraba.

Este tipo de situaciones generaban fuertes problemáticas en los sectores pobres, ya que al no existir cambio, debían de comprar más de lo que necesitaban con los billetes. Es interesante señalar, que a pesar de aprobar los billetes de uno, cinco y diez centavos, al parecer estos nunca fueron puestos en circulación.

Ciertamente, el banco cerró sus puertas de manera abrupta poco tiempo después de haber iniciado operaciones; esto, debido a que ciertamente, no tenía gran relevancia en el marco económico del estado o del país, ya que el Gobierno Federal desconocía completamente tanto al banco, como sus derechos y sus funciones.

Así, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público declaró el 13 de octubre de 1888, que el banco debía cerrar al no estar regulado por la legislación bancaria, otorgándole el estado de operatividad ilegal. Así el Banco de Hidalgo de Parral, tuvo seis meses en los cuales se retiraron los billetes de circulación, informando al público general sobre esta medida, así como reportar a la Secretaría de Hacienda sobre los billetes que eran cancelados, los cuales, después de cuatro años, eran ya millones en circulación.

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