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Vuelve Isabel Allende con novela histórica

Mi nombre es Emilia del Valle, la nueva novela de Isabel Allende, se arraiga en un episodio histórico de su natal Chile, que sirve a la autora para ubicar el viaje de una periodista estadounidense en busca de sus orígenes.

El relato de Allende parte de la guerra civil durante la presidencia de José Manuel Balmaceda (1886-1891), quien tras ser derrocado se quitó la vida, episodio que resuena con la historia moderna de Chile.

“Eso que sucedió en Chile con el Presidente Balmaceda tiene muchos ecos en lo que pasó en 1973 con (Salvador) Allende; ambos eran presidentes progresistas que trataron de cambiar muchas cosas y se echaron encima a la derecha y al Congreso”, refiere la escritora en entrevista remota desde California, donde radica desde 1980.
Hasta el campo de batalla, la autora lleva a Emilia del Valle, su protagonista, una joven periodista californiana que logra ser enviada a Chile para reportar sobre el enfrentamiento entre congresistas y el bando leal a Balmaceda, en 1891.
“Siempre tuve curiosidad por esa guerra civil”, dice Allende. “Ahí murieron más chilenos que en los cuatro años de la guerra contra el Perú y Bolivia, y se mataron como bestias”.

Para contar la historia de Balmaceda, a Allende le interesaba un personaje que no fuera ni congresista ni del Gobierno. Así surgió Emilia del Valle, una joven curiosa de 25 años, con alma aventurera, que habla español y tiene raíces en Chile por su padre biológico. Nacida fuera del matrimonio, ansía encontrar sus raíces, además de reportar la guerra.
“A pesar de todo lo que le pasa, ella se enamora con el país”, dijo Allende, quien una vez más entrelaza California y Chile en su narrativa. “Me sale muy fácil escribir sobre Chile; a pesar de que no he vivido allí por tantos años, me siento todavía chilena”, afirma.

Doble esfuerzo

En el campo de batalla, Emilia conoce a Angelita Ayalef, una mujer mapuche que forma parte de las llamadas cantineras, mujeres que seguían al ejército para alimentar y curar a los soldados, un símil de las adelitas en la Revolución mexicana.
“Al hacer la investigación para un libro, lo que importan son las preguntas”, apunta Allende. “¿Quiénes eran estas mujeres, las cantineras? La historia no les da una voz, no tienen personalidad, no hay nombres, pero te cumplían una función igual a la del soldado y morían como los soldados”.
Allende cuenta que en un principio las trataron de prohibir, luego pedían que fueran “solteras de probada virtud”, pero al final no pudieron apartarlas del ejército. Eran hermanas, madres, esposas y novias que seguían a sus hombres. Así nació el personaje de Angelita.
Al crecer con una madre católica irlandesa y un padrastro de origen mexicano, Emilia no es ajena a la religión y lleva consigo en todo momento una medalla de la Virgen de Guadalupe. A su padrastro, Emilia le dice de cariño Papo.
“Es un homenaje a mi propio padrastro. Yo tampoco conocí a mi padre, como Emilia, pero tuve un padrastro fantástico y entonces éste es un homenaje a él”, señala la escritora.
Papo le dice a Emilia una frase con amor, pero tremenda: “Acuérdate, princesa, que deberás hacer el doble de esfuerzo que cualquier hombre para obtener la mitad de reconocimiento”.
Siendo mujer, ¿en algún momento Allende ha enfrentado esto? La autora recordó cuando recién había escrito la novela La casa de los espíritus y se la envió a la célebre agente literaria Carmen Balcells en Barcelona, quien impulsó el Boom latinoamericano.
“Y ella me llamó y me dijo ‘esta es una buena novela y te la voy a publicar, pero eso no significa que seas escritora'”, recuerda Allende. “Y te voy a advertir que por ser mujer vas a tener que hacer el doble de esfuerzo que cualquier hombre Y eso fue la biblia, porque eso ha sido mi vida, el doble de esfuerzo para obtener respeto, reconocimiento por el trabajo que hago”.
Además de esa frase, Balcells está presente de otra forma en la novela como una inspiración para el personaje de Paulina del Valle, una tía empresaria, exitosa, autónoma y brutalmente directa que introduce a Emilia a la alta sociedad chilena. Paulina también figura en sus novelas en Hija de la fortuna (1999) y Retrato en sepia (2000).
“Cuando Carmen leyó los manuscritos (de esas novelas) me dijo ‘¡esta soy yo!’ se reconoció inmediatamente”, dice Allende. Balcells falleció en 2015.
Allende logra con su relato, a través de Emilia, profundizar en la crudeza de la guerra cuerpo a cuerpo, los cañonazos y la represión contra los seguidores de Balmaceda.
“En una novela histórica, ¿qué es lo que trato de hacer? Es darle voz a los que no la tienen, a las mujeres, a los derrotados, a los pobres”, destaca.
“Las batallas de entonces eran cuerpo a cuerpo, cara a cara, pero moría menos gente de la que muere ahora, porque se mataban de a uno. No se mataban en masa como se matan ahora, no existían los armamentos que existen hoy. Hoy día desde una oficina en Texas aprietan un botón y estalla una bomba en Irak y cuánta gente muere, no importa; son números nomás”.
Allende dedica Mi nombre es Emilia del Valle (Plaza y Janés), que se publica este martes en inglés y el próximo 20 de mayo en español, a su hermano Juan, quien la ayudó en su investigación histórica.
Legados perdidos

Aunque no se considera religiosa, Allende lamentó la muerte del Papa Francisco, a quien califica como un “hombre maravilloso, sencillo, humilde, inteligente”.
“Yo lo adoraba, no por ser Papa, sino porque fue a revolucionar una Iglesia que ya estaba completamente añeja”, señala.
También lamentó el deceso del Premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, quien generó reacciones encontradas entre quienes lo celebraban por su obra y quienes lo criticaban su postura política, especialmente en sus últimos años.
“El legado es inmortal y creo que dentro de la literatura es un personaje importantísimo”, apunta Allende. “Su posición política, ese es otro cuento, pero lo que queda no es su posición política, lo que queda es la obra”.
Allende afirma que no ha visto nada de la serie de La casa de los espíritus, próxima a estrenarse en Prime Video, será para ella toda una sorpresa. Lo que sí sabe es de qué se tratará su próximo libro, que escribe ayudándose con las cartas que le enviaba diariamente a su madre desde que cumplió 16 años.
“En este momento, estoy escribiendo una memoria, que es mucho más difícil que una novela”, comparte. “Resulta que he olvidado el 90 por ciento de lo que me ha pasado y el 10 por ciento que me acuerdo no pasó así, era distinto, pero entonces al ver las cartas, día a día, recupero la memoria perdida y recupero la emoción del momento, que eso también se pierde”.
A sus 82 años, Allende agradece poder seguir haciendo lo que más ama: “Todavía me funciona la cabeza. Mientras pueda prestar atención, recordar, no repetirme, voy a poder seguir escribiendo, pero llegará un día que no se va a poder”.
Con información de Berenice Bautista / AP

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