Guerras culturales con Trump
Gerardo Rodríguez
Las nominaciones de políticos de extrema derecha leales al presidente electo Donald Trump, a quien intentaron asesinar, vislumbran tiempos conflictivos para Latinoamérica y para la iglesia católica. Estamos en el inicio de la conformación de un gabinete ideológicamente radical que seguramente tensará todas las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos ante el mundo, y que estará apoyado por un congreso republicano y por un poder judicial más parcial y temeroso.
Marco Rubio, propuesto como secretario de estado, por ejemplo, a pesar de llevar un apellido hispano, ha sido públicamente muy crítico, inclusive paranoico, sobre temas como la migración ilegal, el comunismo, las políticas multilaterales del presidente Joe Biden, y de la pasada administración de AMLO. Rubio, quien creció en Miami entre exiliados cubanos, adquirió una visión negativa sobre la revolución de Fidel Castro desde su juventud. El actual senador republicano no se ha pronunciado todavía sobre la nueva presidenta de México Claudia Sheinbaum, pero en el pasado ha apoyado la intervención militar en México como una opción viable para erradicar el tráfico de fentanilo hacia EU. Ahora Rubio es la opción propuesta por Trump para que se desempeñe como el primer secretario de estado Latino en la historia del país anglosajón, y el principal diplomático estadounidense. Es obvio que México y EU, aunque vecinos y socios comerciales, se encuentran ahora en lados contrarios del espectro político.
Ante la segunda presidencia de Trump, que se vislumbra más radical, inclusive dictatorial, se vislumbran también más conflictos culturales y religiosos, Aunque no es una novedad, esta tendencia se ha incrementado en años recientes. Este año, en el estado conservador de Texas, específicamente en El Paso, el fiscal republicano del estado, Ken Paxton, demandó a varias organizaciones no lucrativas de ayuda para los inmigrantes, vinculadas indirectamente a iglesias católicas, durante el peor momento de la crisis de migración. Ante este tipo de represalias, el papa católico Francisco ha pedido a los dirigentes de EU que se les dé un trato digno a los migrantes, sin embargo, las visiones de la extrema derecha religiosa se contraponen a las católicas y cristianas tradicionales. Sobre las elecciones en EU, el papa había declarado que EU debía escoger entre el menor de dos males, refiriéndose a la retórica antiinmigrante de Trump y al soporte demócrata en cuanto el derecho al aborto. En el pasado, el presidente electo Trump y el papa Francisco ya han chocado en temas migratorios, pero también han coincidido con la negociación para el término pacífico de la guerra en Ucrania.
Algo también preocupante es que los fanáticos de Trump ven la batalla por la Casa Blanca como una guerra santa, con Dios de su lado. Ahora los cristianos radicales ven su aplastante victoria como un mandato divino. Desde que sobrevivió al atentado contra su vida, el apoyo por Trump creció. Él mismo ha dicho que mucha gente le decía que Dios lo había salvado para salvar al país, valga la redundancia, y restaurar a EU a la ‘grandeza’. Desde entonces, y más ahora que llega a la presidencia de nuevo, Trump se ha convertido no solo en el líder del país de las barras y las estrellas, sino en la figura principal de los cristianos norteamericanos más conservadores. Su coalición cristiana tendrá el poder en los más altos niveles de las tres ramas de gobierno. Esta realidad tensará al catolicismo norteamericano. En el congreso, Mike Johnson, el actual líder del congreso, ya ha puesto al cristianismo evangelical como centro de su visión política. Durante su campaña, los aliados cristianos de Trump comparaban a Kamala Harris, su oponente demócrata, con la ‘inmoral’ reina Jezabel, una figura bíblica que perseguía a los profetas. Algunos pastores la describían en sus ceremonias como ‘demoniaca’, inclusive.
Así está la realidad política allá. Muy diferente a las victorias feministas de la izquierda en México. Analicemos aquí como desde hace mucho tiempo empezó poco a poco a fraguarse esta guerra cultural en los medios y el subconsciente colectivo. Desde el punto de vista conservador norteamericano, dictadores corruptos como Nicolás Maduro de Venezuela, y sus contados aliados, fueron partícipes indirectos para crear un pánico migratorio en los medios de EU al dejar transitar miles y miles de sus compatriotas sin ningún orden como una medida de represalia indirecta contra el país norteamericano, lo que fue bien aprovechado por los republicanos políticamente. Los demócratas pensaban que esto a futuro incrementaría sus bases partidistas. Les salió el tiro por la culata. Cuando quisieron reaccionar ante el desorden y crisis migratorias, inclusive contando con la ayuda de México, la percepción de la mayoría de los electores del actual gobierno ya era negativa. Luego Biden se aferró a ser candidato, dejándole solo cien días aproximadamente a Kamala Harris para darse a conocer ante un pueblo estadounidense desconfiado de descendientes de inmigrantes.
Las guerras culturales en Estados Unidos tienen décadas forjándose, y moviendo las percepciones políticas. El Doctor Kathleen Culver, director de la academia de periodistas en Wisconsin, explicó que las políticas partidistas han sido un elemento de la vida en Estados Unidos desde su fundación. Sin embargo, es desde los ochentas que el término ‘guerra cultural’ cobró mayor relevancia en las universidades. Este es el tiempo en que aprendieron la lección capitalista de que enfurecer y polarizar a la gente puede generar mucho dinero”, describió al ahondar sobre la remoción de la Doctrina de Equidad de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) en los ochentas. En este tiempo, la época de radio hablada con expositores de extrema derecha en EU iniciaba, lo que dio después inicio a cadenas como FOXnews “Ese tipo de batallas públicas no deberían ser prácticas aceptadas en el país”, dijo el académico.
La Doctrina de Equidad fue una política introducida en EU en 1949. Les exigía a los dueños de licencias de transmisión por radio, televisión y satélite presentar temas controversiales desde una manera que reflejara equitativamente diferentes puntos de vista. Fue abolida por la corte suprema en 1987. Sus oponentes argumentaron prácticas monopólicas y limitaciones de la primera enmienda, sobre la libertad de expresión.
Rubio, quien creció entre exiliados cubanos en Miami, adquiriendo una visión negativa sobre la revolución de Fidel Castro, no se ha pronunciado todavía sobre la nueva presidenta de México Claudia Sheinbaum, pero durante la campaña de Trump sugirió la intervención militar en México como opción viable para erradicar el tráfico de fentanilo hacia EU. Ahora Rubio es la opción de Trump como el primer secretario latino de estado en la historia, y principal diplomático estadounidense.
En conclusión, la extrema derecha, el patriarcalismo y supremacía blanca se siguen consolidando en las tres ramas del poder del país mejor amado del mundo. Los leales a Trump, el ‘club de Toby’, tomarán el control total, y ahora todos tendremos que vivir las consecuencias. Las relaciones bilaterales de México y EU se esperan tensas. Los mercados, por el momento, reaccionan con cautela. El mundo se ha polarizado aún más. Más ideologías dominantes serán impuestas con el poder que les da su actualidad política. Detrás del fervor electoral y las visiones exageradas de guerras culturales en los medios, sin embargo, son los intereses particulares los que importan para la nueva clase dominante en los Estados Unidos.
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