La crisis política en Corea del Sur

Como sacado de un k-drama, el 3 de diciembre de 2024, el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, declaraba la ley marcial que buscaba someter al país a un régimen militar, dando origen a la peor crisis constitucional en la tierra del k-pop desde que este país cobijara la democracia electoral a finales de la década de 1980.
El efímero decreto duró sólo seis horas, pero ese tiempo fue suficiente para que la población y los actores políticos revivieran los recuerdos de la dolorosa historia de la dictadura militar que sometió al país varias décadas atrás. El caos se instaló en Corea, Yoon fue destituido por el Parlamento el 14 de diciembre, días después sería detenido para ser interrogado respecto a su decisión de declarar la ley marcial; y, el 4 de abril, la Corte Constitucional dictaminaba por unanimidad su destitución definitiva.
La población surcoreana salió con avidez a las urnas el pasado 3 de junio, en una convocatoria anticipada a elecciones presidenciales. La participación electoral fue cercana al 80%, la más alta en la historia democrática del país, y la decisión de la mayoría fue dar un golpe de timón: Lee Jae-Myung, el candidato opositor de centro-izquierda, resultó ganador con el 49.4% de los votos.
Aunque el resultado aún debe ser confirmado por la Comisión Electoral Nacional, la población exige soluciones drásticas que lleven a recuperar la estabilidad política, económica y social de un país que aún se encuentra fuertemente dividido; de hecho, las posturas de los candidatos con mayor fuerza fueron muy contrarias, el partido conservador insistía en la necesidad de declarar de nueva cuenta la ley marcial, su candidato, Kim Moon-soo, del Partido del Poder Popular, obtuvo el 41.15% de los votos.
Lee, el presidente electo, contará con una ventaja que hace muchos años no ocurría, va a iniciar su mandato con su partido controlando gran parte de la Asamblea Nacional. Sin embargo, los problemas de Corea del Sur no son recientes, ni tampoco sencillos. El país enfrenta hoy por hoy una amenaza de grandes magnitudes, la natalidad más baja del mundo. Las razones son diversas, pero la de mayor peso es la dificultad para obtener empleos con remuneraciones óptimas para alcanzar el estilo de vida que les han vendido en pantalla y una alta exigencia cultural por empleos que en la realidad no son compatibles con la vida familiar. La desesperación del gobierno ha llegado al grado de ofrecer incentivos económicos para quien tenga hijos.
Otra preocupación es la originada por la imposición de los aranceles de Trump específicamente a su industria automotriz. Recientemente el gobierno surcoreano anunció un ambicioso paquete de medidas de emergencia para respaldar a su industria, tras la imposición de un arancel del 25% por parte de Estados Unidos a los vehículos surcoreanos. En total, se inyectará un financiamiento al sector automotor de $10,125 millones de dólares tan solo en 2025.
Pero el mayor miedo para este país reside en su conflicto persistente con Corea del Norte y el regreso de Trump al poder. Respecto a la victoria de Lee, la Casa Blanca expresó su preocupación por la injerencia China sin entrar a detalles, lo que podría ser más una advertencia que una aseveración. Corea del Sur se coloca así entre la espada y la pared, entre China y Estados Unidos, y un posible acuerdo entre este último con el líder norcoreano Kim Jong-un para acelerar el paso en su carrera armamentista, que colocaría de nueva cuenta en desventaja a Corea del Sur, que no podría seguirles el paso pues supondría una carga política y económica imposible de sobrellevar en estos momentos. Así, la “Tierra de la calma matutina” está más agitada que nunca.