Juicio Político

Si la desesperanza se contagia… ¡la esperanza también!

“Porque el presente es desolador, la primera gran insurrección es defender la esperanza”

Carla Escoffié

¡Ciudad Juárez estuvo de fiesta! Hubo libros, cuentos y malabares.

La Secretaría de Cultura del Estado del Estado de Chihuahua, organizó la Feria del Libro de la Frontera que se llevó a cabo del 23 de mayo al 1 de junio, esto a través de la subsecretaria de Cultura de la Zona Norte, Brenda Rodríguez, quien cuidó cada detalle para que todo luciera de la mejor manera, como sucedió.

Fueron incontables y de interés para todo público las obras que se presentaron, ¡no digamos los niños! pues ellos fueron los protagonistas de muchos de los stands que se podían visitar, lo cual se agradece porque normalmente es difícil encontrar libros y materiales que despierten su creatividad e imaginación. También hubo momentos en los que se mostraron sus vivencias, no tan felices, como en la conferencia-taller “No es un cuento, visualización de la violencia desde la literatura infantil”, a cargo de Kiko de la Rosa.

De entre tantos y muchos eventos, por los temas que normalmente comparto en este espacio decidí poner especial atención en un segmento del evento “En el Cuerpo de la Ciudad: Jornadas de Urbanismo y Arquitectura”, y no me decepcioné. Foros y obras tan interesantes con reconocidos autores como “Ciudades latinas imaginadas en el mundo” con Armando Silva acompañado por Alfonso Herrera Robles, o como “Mujeres, casas y ciudades” de Zaida Muxi que fuera comentado por Brenda Ceniceros y Cecilia Hernández. “El agua en nuestras manos” fue otra importante obra en la que Pedro Moctezuma, su autor, se acompañó de María de los Ángeles y Jorge Salas Plata como comentaristas, esto sin dejar atrás “Ciudad copyright” cuya autoría se debe a Conrado Romo y los atinados comentarios de Gabriel García y Amalia Rodríguez.

Pero sin duda dadas las cuestiones políticas y normativas actuales se presentó una obra que amerita ser profundizada detenidamente; se trata del libro “Anarquismo Jurídico”. En sus líneas, Carla Escoffié lanza advertencias de una realidad desde la primera página; es más, ya desde antes del índice echa mano de la agudeza de Mafalda para darnos una probadita del platillo que esconde en siguientes páginas: “Viva la ley, viva su ley. Ella me ha encarcelado, dictaminado, nombrado, casado y postulado. Cuando la norma cívica trasciende, se trasforma en un arma política. Ellas las escriben, solo ellas las entienden”. Los comentarios de Alma Rodríguez y Leobardo Alvarado estuvieron a la altura.

La primera aseveración no pudo ser más provocativa: ¡La ley se Banaliza! … ¿Cómo? Me pregunté ¿Es una realidad tan cotidiana que ya tenemos que aceptarla como un hecho? Como también lo son las ambigüedades jurídicas que existen para darles el sentido que convenga en el momento adecuado, porque, como bien se dijo, nadie nunca es objetivo cuando de dictar normas se trata, siempre hay sesgos ¿será?

El derecho, según la autora, es una pelea política equiparada con el boxeo: se trata de darse a morir, pero es sí, con reglas que por muy honorables que sean… pueden y deben cuestionarse. Como cuestionable es también la figura del amparo que no es otra cosa que la evidencia de fallas estructurales, porque si de entrada tenemos a los derechos humanos de nuestra parte ¿por qué tendríamos que estarnos defendiendo del gobierno? Y responde una de las participantes ¿te vas a pelear con la autoridad? La triste realidad de sabernos sin derecho.

Los instrumentos legales, dice Escoffié, no son malos: lo malo es cuando se politizan, y dio como ejemplo de los presupuestos participativos… algo sabrá de ello. Como cuando se malentiende el derecho a la ciudad al decir que la ciudad es para producir… para luego servirse de ella.

Finalmente tres aseveraciones y una máxima: las leyes se hacen inaccesibles para mantener el poder ¿cómo ve usted?; el derecho no explica la realidad social, más bien declara cómo va a reaccionar la autoridad ante una realidad social, y tercera: el derecho es la moral del estado más no es la única manera de entender las cosas. La máxima: Si no hay beneficio político, los gobiernos no toman postura.

Entonces, si la ley no avanza a la misma velocidad que la realidad, y aquí viene una pregunta crucial: ¿debemos poner todo en la constitución? En otras palabras ¿Usted se siente protegido solo porque en la ley dice que podemos circular seguros por el territorio nacional? ¿o puede caminar por las calles solo porque se le da protagonismo al peatón y personas con discapacidad? Estamos de acuerdo con Escoffié: las decisiones que se toman acerca de la ciudad y se incluyen en las normas condicionan nuestra vida, pero… ¿la norma es igual para todos?

La ley… no cabe duda, se banaliza.

Elvira Maycotte / Escritora

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