La “peligrosa” conquista de la IA en Juárez

Si algo caracterizará a nuestra generación será sin duda el acceso público a la inteligencia artificial o como comúnmente la conocemos IA, y es que esta forma única de operacionalizar información tiene participación en muchos rubros de nuestro día a día desde las populares plataformas de preguntas y respuestas, hasta maneras más discretas como sugerencias de películas y música en las principales plataformas digitales. Su génesis dista desde la década de los cincuenta del siglo pasado y tiene como punto novedoso la capacidad de procesar grandes cantidades de información.
Aun así la IA es una cuestión muy abstracta y esto dificulta su entendimiento, la pregunta más válida que existe es preguntarnos ¿En qué consiste la inteligencia artificial? Es importante aclararlo porque muchos sostienen que la IA piensa por sí misma y que incluso puede ejercer control hacia nuestra persona, la verdad es que nada cerca de la realidad. La IA no tiene emociones, conciencia ni entendimiento, su ejercicio solamente consiste en el procesamiento de datos, algoritmos y patrones estadísticos con grandes bancos de información como los que solemos encontrar al navegar en internet.
Y, aunque la IA no sea una herramienta de control humano que piense por sí misma, hay que decir que ha conquistado el mundo tal y como lo conocemos. En pocos años hemos pasado del uso moderado de la IA a la dependencia total de estos modelos, es común verla en edición de imágenes, creación de textos, como una enciclopedia e incluso como generación de música y sonidos. Pero, también la utilizamos en sectores clave del desarrollo humano tales como diagnósticos médicos, optimización de procesos técnicos, chat bots entre otros.
El debate aquí es que como toda herramienta esta puede ser utilizada para aspectos positivos, así como negativos, hemos visto como ese gran alcance que tiene para facilitarnos la vida en tiempos recientes se ha vuelto en contra nuestra. Es común ver creación de imágenes para impulsar las denominadas fake news, en Juárez se han reportado casos en que esto ha generado confusión social e incluso afectaciones a la seguridad pública. Es sabido que con programas de sonidos se puede replicar la voz de un familiar y que suele utilizarse en mecanismos de estafa, e incluso cada vez es más común ver como las personas han cambiado la socialización personal por una experiencia digital impulsada por IA.
Todo indica que los usos ilícitos de la IA se sumarán a la agenda de asuntos a tratar como la narco cultura, la falta de empleo, vivienda entre otros tantos. Sin embargo, el principal problema que diferencia este escenario de cualquier otro es el ritmo acelerado con el que esta tecnología se desarrolla, considerando también sus consecuencias. Solo para contextualizar, las principales plataformas de IA que dominan hoy en día fueron creadas y lanzadas al público en esta misma década, los esquemas de estafas y fraude todavía no son del todo concebibles por las autoridades o bien no existen herramientas para detectarlos, como sucede también en Ciudad Juárez, donde los cuerpos de seguridad aún buscan adaptarse a este nuevo tipo de amenazas tecnológicas.
La IA en sí no es mala, el posible uso que se le dé es lo que nos debe motivar a trazar límites, regulaciones en dichas cuestiones. Si bien se ha dado total apertura a estas plataformas que han ayudado con creces a la humanidad, es necesario reconocer que siempre es necesaria una intervención humana para que los efectos que tengan estén refrenados por condiciones éticas, de estado de derecho y un alcance equitativo para la mayor parte de los ciudadanos, esta es la función del Estado y sus autoridades, razonar la IA, regularla, pero sobre todo adecuarla al desarrollo de todos nosotros.
Pablo Pérez / Analista