Juicio Político

El nuevo Papa: ¿de Africa o de Asia?

Ciudad de México.- El viernes pasado, los bomberos del Vaticano fueron vistos en el tejado de la Capilla Sixtina, instalando la chimenea, previo al cónclave que inicia el próximo 7 de mayo para elegir al nuevo Papa.

Es, sin duda, la elección de mayor cobertura mediática en el mundo, pues de cada dos rondas de votación de los cardenales, hay una señal al mundo través de la quema de las papeletas.

Esta chimenea, la que anuncia cada dos rondas el resultado al mundo exterior, es por demás interesante: si no hay acuerdo para la elección del nuevo papa, las papeletas se mezclan con cartuchos que contienen perclorato de potasio, antraceno -un componente del alquitrán de hulla- y azufre para que se produzca un humo negro.

Pero si hay un ganador, las papeletas quemadas se mezclan con clorato de potasio, lactosa y resina de cloroformo para generar el humo blanco, como la del 13 de marzo de 2013, en la quinta votación del cónclave, donde el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue presentado al mundo como el Papa Francisco poco tiempo después desde la logia de la Basílica de San Pedro.

Francisco fue el primer Papa latinoamericano de la historia, quien murió el 21 de abril a los 88 años. Fue, sin duda y como cada Papa que ha tenido la Iglesia Católica, con un sello especial que lo hizo distinto al resto.

Serán 135 cardenales los que tienen en sus manos -y por supuesto en las boletas-, la decisión más importante para El Vaticano: elegir al líder que durará en el encargo hasta su muerte o bien, hasta que la salud se lo permita. El mundo entero, sin exagerar, espera el humo blanco, por muchas razones.

Una, que hay al menos, por el momento, dos cardenales favoritos: el filipino Luis Antonio Tagle y el cardenal ghanés Peter Turkson considerado como una de las figuras más influyentes de la Iglesia en África.

Es muy probable que no sean los únicos porque, como aseguran los defensores más radicales de los procesos democráticos, “no hay democracia perfecta” e, incluso, me atrevo a citar: “Cuando todos se ponen de acuerdo en un solo punto, entonces no es democracia”.

La iglesia católica no escapa a estas hipótesis por eso, a partir del miércoles próximo, el humo blanco será el centro de atención de la aldea global, sin esperar que el humo negro aparezca en repetidas ocasiones. La chimenea, hoy por hoy, es el punto central de las cámaras de todas las cadenas televisivas y periodísticas del mundo entero.

Es evidente que el Papa Francisco, fallecido apenas cruzó la línea el Domingo de Resurrección, que marca la Pascua de los fieles católicos, no está exento de las críticas de sus oponentes internos; la guerra de críticas y defensas es, sin medios y en secreto, la principal lucha del cónclave en El Vaticano.

La principal crítica a Francisco, está en dos temas: uno, que se convirtió en un defensor férreo de los pobres y marginados y, dos, que designó a dos mujeres en puestos de suma importancia en El Vaticano.

Nombró a dos laicos para dirigir las comunicaciones del Vaticano y su ministerio de Economía. Y lo que es más significativo, que le hizo ganar adeptos en todo el mundo, fue que designó a dos monjas para llevar las riendas de las oficinas más importantes de la Santa Sede.

Se trata de la hermana Simona Brambilla como jefa de la oficina del Vaticano responsable de todas las órdenes religiosas católicas del mundo, y la hermana Raffaella Petrini como jefa de la administración del Estado de la Ciudad del Vaticano. En ese cargo, Petrini dirige la ciudad-estado y es responsable de todo en ella, desde los Museos Vaticanos de donde proceden la mayor parte de sus ingresos, hasta los bomberos que instalaron la chimenea en la Capilla Sixtina el viernes.

El que Francisco haya designado a dos mujeres en puestos clave, lo hizo más fuerte, más incluyente pero, sobre todo, capaz de romper los esquemas tradicionalistas de la iglesia católica. El argentino logró, con ello, demostrar que las mujeres pueden y deben formar parte de las decisiones que, hasta antes de él, estaban en manos de un patriarcado que ya irritaba a los fieles y que reclamaban posiciones para las mujeres. Y con justa razón. Francisco escuchó y decidió que las mujeres debían formar parte del Vaticano. No solo lo hizo: demostró que estaba en lo correcto y el mundo se lo reconoció.

A partir del miércoles próximo, dos cardenales están en una posición privilegiada: o Filipinas tendrá a su primer Papa asiático, o Ghana se convierte en la cuna del primer Papa Africano. Ambos, dicen los análisis más agudos, tienen una gran coincidencia con Francisco: incluyentes, protectores de pobres y marginados, pero sobre todo, que pueden continuar con la obra del argentino… consolidar el rompimiento de los esquemas patriarcales y eso, en cristiano, sería lo mejor que le puede pasar a la iglesia Católica. Al tiempo.

José Luis García / Analista

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